Del libro
“¡Supéralo! Te adaptas, te amargas o te
vas” de
César Lozano
Martín Seligman explica magistralmente los cinco niveles o escalones de la felicidad:
Primer nivel: cuando tengo emociones positivas, una vida
placentera, hago cosas que me
emocionan, busco una compañía
agradable, una ducha caliente o
un hobby que me alegra y motiva.
Ese primer nivel de felicidad podría
considerarse temporal, pero es necesario y puede confundirnos en relación con
la verdadera felicidad.
Segundo nivel: cuando
tengo un compromiso con la vida. No sólo
disfruto los placeres de la vida, sino que incorporo actividades que me dan satisfacción interior, basándome no sólo en
circunstancias externas, como en el primer nivel. Agrego actividades que le dan luz a mi vida,
como practicar meditación, yoga, tocar
un instrumento musical o enseñar algo a quienes quieren aprender.
Tercer Nivel: cuando tengo relaciones positivas con los
demás. Procuro adaptarme a la gente con
la que me rodeo. Busco y encuentro
cualidades para lidiar con gente difícil.
Recuerdo que no hay gente perfecta y, por lo tanto, aprendo y aplico destrezas o actitudes que me ayuden a fortalecer mis
relaciones con los demás.
Cuarto nivel: mi vida
tiene un significado. Hago algo que me
dé un nivel de trascendencia. Reconozco que mi trabajo no tiene por qué ser
monótono ni aburrido pues sé que de alguna forma influyo en la vida de los
demás.
Ahora podemos entender a personajes que cambiaron
para bien el rumbo de la historia, como Nelson Mandela, político y
activista sudafricano. Estudió derecho y se involucró en la política
anticolonialista. Fue sentenciado a prisión perpetua en 1962 y estuvo
encarcelado ¡27 años! Por sus acciones contra el racismo, la desigualdad social
y la pobreza. Campañas internacionales
abogaron por él y fue liberado en 1990
Después de eso, fue el primer presidente
de raza negra de su país, de 1994 a 1999.
Luego de muchos logros que favorecieron a
los pobres de su país y a la sociedad en general, tras retirarse se dedicó a
obras de caridad y al combate de la pandemia del sida a través de la Fundación
Mandela.
Fue un hombre que
nunca perdió la sonrisa a pesar de las terribles adversidades. Tenía un compromiso con la vida y fue feliz
hasta su muerte a los 95 años.
Quinto Nivel: mi
nivel de éxito y sentido de logro en lo que me desarrollo. Me siento competente en la actividad que
realizo y siento plenitud por alcanzar mis metas. Sin duda, tener una vida con propósito hace que todo tenga sentido.
Tristemente, más de 80% de la gente que
trabaja lo hace en algo que no le agrada; les gustaría hacer otra cosa pero las
oportunidades laborales que se les presentaron fueron de otra índole. Un gran porcentaje de egresados de
universidades se da cuenta de que lo que estudió por tantos años no era lo que
realmente deseaba.
Tener un propósito en la vida hace que
nuestro nivel de felicidad se incremente y, por lo tanto, al paso del tiempo
podemos afirmar que hicimos lo que realmente quisimos.
Buen momento para
preguntarnos: ¿Qué actividades me
producen gran satisfacción y alegría? ¿Qué es lo que realmente me gusta hacer y
cuando lo hago pierdo el sentido del tiempo?
¿Para qué soy bueno? ¡Fuera humildad!
Acepta y reconoce para qué eres bueno, tú lo detectas y los demás lo
afirman.
En el supuesto
que mi situación económica esté resuelta y quisiera hacer algo de provecho, ¿qué actividad estaría dispuesto a hacer
aunque no me pagaran?
Contestar las
preguntas anteriores puede orientarte a lo que son los verdaderos propósitos
en tu vida.
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