Del libro
“¡Supéralo! Te adaptas, te amargas o te
vas” de
César Lozano
Tu tarea de hoy: ser feliz
No entiendo el
afán de muchas personas en saber la edad de quienes tratan o conocen. Tal vez esa curiosidad se deba a la gran
cantidad de productos y procedimientos que existen en la actualidad buscando
el forever
young (jóvenes por siempre)
A mi frecuentemente
me preguntan mi edad, no sé si porque me veo mayor respecto a la edad que tengo
o porque luzco menor. Ante la pregunta
me regalo el derecho de la duda y por autoestima me convenzo de lo segundo:
¡Sin duda cada día me veo mejor!
En una de las
tantas ocasiones que me preguntaron mi edad, como siempre que decido responder,
les dije los años que tengo, luego me quedé pensando si son los años que tengo
verdaderamente. No dudo de mi fecha de
nacimiento, dudo de los años que verdaderamente tengo o que creo que me quedan.
Los años que
tengo son los que precisamente tengo para vivir, no los ya vividos.
Me cuestioné muy
fuerte los años que probablemente me queden.
Los que por promedio de vida, existe la posibilidad que tenga más si
cuido mi salud, si hago ejercicio o procuro controlar las emociones negativas.
Según el
pronóstico de vida (al momento de escribir el libro), los hombres viven
aproximadamente 76 años, las mujeres 78.
Es sólo un pronóstico y, como sabes, hay quienes se ven y se sienten viejos a los 60 y quienes sienten que
están en su mejor momento a los 70.
La cuestión es, ¿Cuántos años crees que vivirás de
manera activa con el estilo de vida que llevas? No es mi afán
desmotivarte, ¡al contrario! Deseo que tengas una vida larga y saludable, pero
estoy seguro de que pensar en esto puede ayudarte a tomar mejores decisiones.
Dejar la
felicidad para después es un hábito lamentable. “Algún día será muy feliz… Te
aseguro que cuando me gradúe, cuando tenga novia, cuando me case, cuando
compremos casa propia, cuando tenga un bebé, cuando tenga otro, cuando se
gradúen, cuando se case, cuando me divorcie, cuando encuentre ahora si el amor
verdadero, cuando lleguen los nietos, ¡cuando se lleven a los nietos!, cuando
se casen los nietos… algún día voy a ser muy feliz. Te lo aseguro.”
Y esa felicidad
la vamos postergando para cuando las condiciones sean las mejores, pero como
bien sabes, se arreglan las condiciones y vienen otras adversidades, y luego
otras, y otras, y muchas otras, y esa felicidad se va guardando para después,
pero el después, tristemente, ¡nunca llega para muchos!
Y no sólo eso,
pospones la felicidad y de pronto, ¡sopas!, llegan las enfermedades por estrés,
mala alimentación y mil cosas más. Al
respecto te comparto las palabras del doctor Joseph Mercola, autor del maravilloso libro Sana sin
esfuerzo, en el que afirma: “Tu salud y
bienestar juegan un papel importante en tu felicidad. Después de todo, es difícil sentirse eufórico
si no estás bien físicamente. En cambio,
una buena salud mental puede reforzar tu salud física. Mientras intentas
formular con claridad tus metas de salud, asegúrate de fijar metas que
promueven tu felicidad a largo plazo. En
lugar de que tu objetivo sea seguir algún consejo al pie de la letra, elige
metas que te permitan vivir con más alegría y sin esfuerzo.” ¿Así o más claro? Sin duda, una recomendación feliz y
contundente.
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