sábado, 15 de enero de 2022

Del Libro “El contador de historias” del Dr. Camilo Cruz - El león y la gacela

 

Del Libro “El contador de historias” del Dr. Camilo Cruz

 

El león y la gacela

 



Cada mañana en África una gacela se despierta.  Ella sabe que debe correr más rápido que el león más veloz o morirá bajo sus garras.

Cada mañana en África un león se despierta.  Él sabe que debe correr más rápido que la gacela más lenta o morirá de hambre.

No importa si eres un león un una gacela…  Cuando amanezca, ¡más vale que estés corriendo!

 

Una narración corta, pero de esas que gana por un knockout porque el mensaje que comunica no tiene más que una sola interpretación:  ¡Muévete! ¡Haz algo! ¡Haz lo que sea… pero hazlo ya!  No mañana, ni el mes entrante, ni el año que viene.  ¡Ya!

Esta historia me apasiona porque, tristemente, más metas se han quedado en el papel y más sueños han muerto como resultado de la falta de acción que por cualquier otro motivo.  De modo que siempre la cuento como abrebocas  a uno de los temas más espinosos de tratar, que es:  ¿qué detiene a las personas de actuar?

Parece haber un sinnúmero de respuestas a esta pregunta:  no se sienten totalmente preparadas, no creen contar con los recursos necesarios, consideran que no es el momento indicado, el miedo al fracaso las paraliza, no tienen claridad en cuanto a las metas que persiguen, sufren de pereza o perfeccionismo o han caído victimas de cualquiera de las miles de excusas disponibles para justificar su inactividad.

Sin duda, para muchos, sus explicaciones son legítimas.  Y no niego que es posible que haya algo de cierto en algunas de ellas.  Quizá sea por esto que me atrae de manera muy especial la historia de El león y la gacela.  Porque nos dice – sin rodeos, directo al pecho –: olvídate de todas tus razones.  No importa cuáles sean tus circunstancias, ni tus temores, ni tus dudas, no importa si eres león o gacela, si crees que eres la presa  o el cazador, no interesa si opinas que estás preparado o no, ni si juzgas que no es el mejor momento para empezar.  Lo único que importa es que, cuando amanezca, más vale que estés corriendo.

¿Te das cuenta del poder tan extraordinario de este breve relato?  Esa última frase (“Cuando amanezca, más vale que estés corriendo”), te desarma, te despoja de todas tus excusas y te reta a actuar a pesar de los temores e inseguridades que sientas.

Hay algo que observo con frecuencia en algunos de los participantes en mis talleres.  Después de tener claras las metas que quieren lograr; de examinar los diferentes aspectos del plan de acción; de fijar objetivos a corto, mediano y largo plazo; de fijar fechas específicas para el logro de cada objetivo, el siguiente paso es actuar.  En ese instante, lo único que queda por hacer es traducir todos estos planes y compromisos – que hasta ese momento solo son palabras – en acciones concretas.  Entonces, de repente, alguien levanta la mano, pide la palabra y dice algo como: “Estoy de acuerdo con todas las decisiones, pero considero que lo más prudente es esperar un par de días más” o “Me parece que nos estamos apresurando demasiado” o “Considero que deberíamos pensar todo esto un poco más antes de actuar”.

Por lo general, es ahí cuando comparto esta historia para mostrar que lo único que va a hacer realidad todas estas metas es la acción decidida.  Este brevísimo relato logra mucho más que un largo sermón, ya que nos advierte que, por cada gran sueño hecho realidad debido a la determinación y persistencia de un soñador, miles de sueños nunca llegaron a materializarse por la falta de acción.

Pero la historia nos permite ver algo mucho más profundo.  La razón por la cual tanto el león como la gacela actúan es porque lo que está en juego es su propia vida.  El fin con que se despiertan cada mañana estos dos animales es muy concreto: sobrevivir.  Por eso corren.  Saben que, de no ser así terminarán pagando su desidia con su propia vida.  Sin embargo, a la mayoría de nosotros, el hecho de no lograr una meta muy seguramente no le costará la vida.  Quizá sea por eso que no siempre sentimos la necesidad de actuar con urgencia. 

Debido a esto, uno de los pasos más importantes en todo plan de metas es determinar porqué de cada meta, la razón que hará que nos despertemos mañana dispuestos a correr tras nuestros objetivos sin importar que la carrera vaya a durar un día, una semana, un mes, un año o diez años.  Porque es claro que un sueño que no logremos convertir en una meta específica no es un buen sueño, que una meta sin un plan de acción concreto no es una buena meta, y que un plan que no nos exija actuar de manera inmediata no es un buen plan.  La palabra clave es acción.

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