Del Libro “100
rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem
Había que
impactar el mercado para generar demanda.
Lorenzo leía todo lo que caía en sus manos de organización, marketing y
ventas. Sabía que el nombre era
fundamental y desde las primeras juntas
de planeación comenzaron a barajar propuestas.
Pensaron ponerle Súper Pan,
pero resultó ser un nombre no registrable y, además, tenía un agravante: si la razón social era súper Pan S. A.,
sonaría como “súper panza”.
Velasco llegó un
día con una larga lista, entre ellos Súper
Pan Bimbo. Contaba don Lorenzo: “No sé si se le ocurrió usando las
consonantes de la película Bambi, producida en 1942 y entonces en carteleras, o
por el famoso juego del bingo, popularizado en esa época en los casinos de Las
Vegas, Nevada. Hoy sabemos que bambino
en italiano es niño y que coloquialmente a los bambinos les dicen bimbo, pero
fue absoluta coincidencia. Bimbo sonaba
bonito, era pegajoso, amable y eufónico, tenía pocas sílabas y cierta
connotación infantil. Decidimos
llamarnos Panificación Bimbo S. A., nos pareció de mayor categoría.”
En diciembre de
1944, cuando buscaban una imagen para la empresa, pensaron en un panadero con
actitud de servicio y rostro sonriente, quizá en algún animalito simpático que
representara el oficio del panadero.
Jaime Jorba trajo a una reunión un osito que recibió como
felicitación navideña, una tarjeta postal de su amiga Linda Darnell, actriz
de Hollywood, con quien a menudo se carteaba.
Poco tiempo
después de haber llegado a México huyendo de la Guerra Civil española, Jaime
había pasado una temporada en Dallas donde estudió high school. Ahí se hizo
amigo de Monetta Eloyse Darnell, de quince años, hija de un empleado de
correos, quien soñaba con llegar a ser artista de cine, como después
sucedió. Con el nombre artístico de
Linda Darnell viajó a Hollywood a finales de la década de 1930 y destacó como
una de las grandes estrellas al lado de figuras legendarias como Tyrone
Power. Jaime mantuvo contacto con ella y
a menudo le respondía con tarjetas postales en las que le contaba de sus logros
cinematográficos.
Desde Hollywood,
ese diciembre, ella le envió la felicitación con ese osito vestido de Santa Claus.
De inicio les gustó y Lorenzo le pidió a su tía Anita Mata de Sendra,
esposa del tío Jaime, talentosa dibujante, que
lo vistiera de panadero, con delantal y gorro. Luego, el ingeniero Velasco le cambió la
nariz, le agrandó los ojos y así nació el Osito Bimbo que, con
los colores azul y rojo, tradición de El Molino, definieron a Panificación
Bimbo.
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