Del Libro “Educar
el carácter” de Alfonso Aguiló
El andamiaje de la mentira
Piensa en cuáles
pueden ser los motivos de
insinceridad en cada uno de tus hijos, y piensa en su posible remedio:
·
Puede
mentir por temor al castigo, porque
le horroriza pensar en lo que sucederá cuando se sepa la verdad: revisa tus
métodos persuasivos, que, además,
probablemente sean poco eficaces.
·
Quizá
mienta por cobardía: enséñale a
pechar con la responsabilidad de sus actos, aunque sean cosas pequeñas.
·
O
puede que mienta porque nunca quiere
reconocer su error, porque no es capaz de decir he sido yo (y la experiencia nos enseña que, a fuerza de querer,
nos convencemos de cosas que no son verdad): no le consientas excusarse de
todo, justificarse siempre.
·
A lo
mejor miente por jactancia, por presumir. Es de esos chicos o chicas capaces de llevar
a cabo mil hazañas estupendas, que cuenta a sus amigos y compañeros historias
increíbles, empresas atrevidas… que ha soñado:
hazle ver lo poco elegante de ese deseo suyo de convertirse siempre en
el centro de la atención de todos, explícale cómo esa inclinación obsesiva a
quedar bien ha llevado ya a muchos por la calle de la amargura.
·
Piensa
si miente por encubrir mentiras
anteriores. Como sabes, la vergüenza
para confesar el primer error hace cometer muchos otros. Una mentira siempre necesita ser apoyada por
otras para mantenerse en pie: por eso es tan importante facilitar la sinceridad
a los hijos, no hacer un drama de lo que no lo es, y no hacer un drama si se
descubre una mentira.
- Pero habrá que ponerse serio para acabar con las mentiras, ¿no?
Si tiene el vicio de mentir y tú eres excesivamente riguroso, tu hijo
tendrá que apuntalar cada mentira con otras nuevas y será cada vez peor. Si, por ejemplo, el miedo a tu reacción ante
las calificaciones académicas puede con él, retendrá cuanto pueda el boletín
inventándose cualquier excusa, te mentirá respecto a las fechas de los exámenes
o no te dirá la verdad sobre lo que hace, con quién va o adónde.
·
Es
mala señal que acompañe sus declaraciones con juramentos o promesas: cuando tiene que recurrir a ello como
garantía de los que dice, suele ser porque la verdad brilla por su ausencia.
·
Mira
si miente para conseguir ventajas, si es tramposo, si se adorna con plumas que
no son suyas, si se le va la lengua cuando narra sus aventuras, si mal juzga
por envidia o por celos, y haz todo lo
posible por inculcar en él una auténtica repugnancia por la mentira, el doble
juego, la astucia y la falsedad.
- Supongo que en
esto es también fundamental el ejemplo de los padres.
Ciertamente
resulta muy doloroso escuchar de un adolescente frases “mi papá es un
hipócrita”, o “me han tenido engañado”, u otras semejantes. Y a veces se escuchan.
Porque a veces lo
dicen y tienen razón. Mira si dan
ejemplo como padre o como madre de fidelidad plena a la verdad. La verdad nunca traiciona, y con ella nunca
hacen falta cábalas ni cálculo alguno. No uses de la astucia o la mentira para
lograr obediencia, para evitarte una molestia, para no quedar mal; para
nada: además de ser algo inmoral, al
final siempre acaba por traicionar.
No daremos un
solo paso efectivo en la educación si el chico percibe doblez, falsedad o
fingimiento en lo que decimos o en lo que hacemos. Enséñale, por ejemplo, a:
·
Saborear
la alegría de saber rectificar, de
mejorar su criterio, de decir cuando sea preciso tienes razón, no había caído
en eso, o perdona, me equivoqué, o cosas semejantes.
·
Que sepa pedir perdón y aceptar la culpa, o admitir los propios fallos.
·
Que
comprenda que cuando consigue algo por medio de la mentira, lo ha pagado demasiado caro.
·
Que
cuando escapa de un mal gracias a una mentira, ha caído en otro mal peor.
·
Que
cuanto ha conseguido así la admiración y el honor ante los demás, ha perdido el honor ante el tribunal de su
propia conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario