Del Libro “Descalabrados”
de Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Dennali era una campeona con gran palmarés, Aunque tenía cuerpo pequeño, su enorme fuerza
de carácter dejaba temblando a cualquier contrincante.
Enfrentó a su papá con franqueza y claridad.
- Tú no vas a decirme si puedo o no separarme de Marco. Eso lo decido yo.
- Cálmate, Dennali.
En este momento lo más conveniente para los dos es separarse.
- ¿Por qué dices eso, papá? ¿Cómo te atreves? ¿Es que ahora todos los
padres se están volviendo locos? ¡Date cuenta! La generación de centennials
está llena de inútiles flojos, consentidos por culpa de sus padres. ¿Qué rayos nos pasa? Sé que quieres protegerme, porque eso es lo
que has hecho siempre. Pero no entiendes
que me cortas las alas. Es lo mismo que
hizo el papá de Marco con él.
¡Protegerlo en exceso! ¡Y lo embarró!, como tú dices; pero los
papás no deberían vivir por los hijos, ni decidir por ellos, ni hacerles la
tarea, ni ayudarlos en todo, ni allanarles el camino para que no sufran. Deberían acompañarlos en su crecimiento y enseñarlos a
volar. Provocar que sean independientes,
y libres y hagan sus vidas.
La
sobreprotección de los hijos es el cáncer de este siglo. Yo tengo veintitrés años, papá. ¡Sé lo que me conviene! ¡Sé quiénes pueden ser mis amigos! Y si me
equivoco, está bien, deja que me equivoque y que sufra. Porque solo así voy a
aprender, caray. – Arrugó la nariz como
tratando de evitar un estornudo o un espasmo –. ¿Quieres que sea campeona
mundial? ¿Y por qué no me preguntas si
eso es lo que yo quiero? ¿Sabes que nuestro deporte me ha llevado a una
rigidez asfixiante? ¿Sabes que desarrollé un trastorno alimentario? ¿Sabes que aunque gano medallas de oro me
siento muy sola y muy infeliz? ¡No solo el papá de Marco se descalabró!
¡Todos aquí estamos descalabrados!
Cuando te quedaste viudo, caíste en un boquete de neurosis que no has
podido superar. ¡Hasta la fecha! ¡Te
dedicaste a tu escuela de artes marciales de una manera enfermiza! ¿No te das
cuenta? ¡Te convertiste en un robot programado para rutinas disciplinarias
súper estrictas! Solo hablas con tus
alumnos y de tus alumnos. No tienes vida
social. Tu interacción con el mundo,
fuera de tu dojo, es solo para
defenderte de los lobos que siguen atacándote. Estás descalabrado, papá. – Su
corolario feroz abarcaba también a Farah; volteó a verla –. Y tú Farah, eres mi
amiga; y mi madre adoptiva. Te conozco
muy bien. Sigues encerrada en un círculo
de culpa. No has podido perdonarte a ti
misma, porque en el fondo sabes que cuando tu marido cometió los peores
errores, lo dejaste solo; le diste la espalda.
No lo escuchaste. No le tendiste
la mano. Ni siquiera consideraste la
posibilidad de darle otra oportunidad.
Te excediste ¡otra vez tratando de proteger a tus hijos! Y tu familia se
deshizo, por culpa de tu esposo, pero también tuya. Y eso no te deja vivir en
paz. Amiga del alma, también estás
descalabrada.
.
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