jueves, 10 de septiembre de 2020

Del Libro: “Las Tres Preguntas” de Jorge Bucay

 

Del Libro:  “Las Tres Preguntas”  de  Jorge Bucay

 


Habitualmente, los hijos aprenden y se van solos….

Pero si no lo hacen, lamentablemente, en beneficio de ellos y de nosotros, será bueno empujarlos a que abandonen su dependencia.

Los padres deberemos tener claro que, si hace falta, será nuestra tarea mostrar a nuestros hijos que deben soltarse y levantar el vuelo.  Entre otras muchas cosas porque uno no estará para siempre.

Y cuando, pese a todo nuestro esfuerzo y estímulo, los hijos no se animen a emprender su partida, los padres, con mucho amor e infinita ternura, deberemos entornar la puerta… ¡Y empujarlos afuera!

Estoy casi cansado de ver y escuchar a padres de mucha edad que han generado pequeños ahorros o situaciones de seguridad con esfuerzo durante toda su vida para su vejez, y que hoy tienen que dilapidarlos a manos de hijos inútiles, inservibles y alocados que, además, no pocas veces tienen actitudes de una exigencia insoportable respecto de sus padres:  “Me tienes que ayudar porque eres mi papá…”.  “Debes vender todo para ayudarme, porque todo lo que tienes también es mío…”

A veces, uno puede ayudar a sus hijos porque así lo quiere, y está muy bien.  Pero hay que comprender que nuestra obligación y nuestra responsabilidad, respecto de ellos, no es infinita.  Es hora de que los padres sepan las limitaciones que tiene el rol de padre o de madre.

Qué importante es ayudar a nuestros hijos a transitar espacios de libertad….

Qué importante es protegerlos y educarlos hasta que sean adultos…

¿Y después…? ¿Llegados allí…?

Propongo la filosofía del Q.S.A.

¿Qué quiere decir Q.S.A.?

Que Se las Arreglen… como puedan.

¿Y si no han sabido administrar lo que les dejaron?

¿Y si no han podido vivir con lo que obtuvieron?

¿Y si no saben cómo hacer para ganar el dinero que necesitan para dar de comer a sus propios hijos?

Como decía Víctor Trujillo, el sarcástico humorista mexicano:  “Lástima, Margarito…”

En todo caso, nadie quiere que sus hijos pasen hambre… Y comprendo que uno pueda decirles que, por un tiempo, pasen a buscar un sándwich cada mañana… Pero aun así, sólo por un tiempo.

Estoy seguro de que generar dependencia infinita es un acto siniestro y para nada amoroso.  Hay un momento en que el amor pasa por devolver a los hijos la responsabilidad sobre sus propias vidas.  Después de eso, uno tiene que quedarse fuera, ayudando lo que quiera, como lo desee y hasta donde sea conveniente.  Y aclaro que nunca lo es ayudar más de lo que uno puede, nunca lo es arruinarse la vida para ayudarlos a ellos.  

A mí, como a casi todos los padres que conozco, me encantaría saber que mi hijos van a poder manejarse cuando yo no esté.

Me encantaría.

Y, por eso, quiero que lo hagan antes de que me muera.

Para verlo.

Para que pueda, en todo caso, morir tranquilo, con la sensación de la tarea cumplida.

 

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario