EL VALOR DE LA SONRISA
No cuesta
nada, pero crea mucho.
Enriquece a
quienes reciben, sin empobrecer a quienes dan.
Ocurre en un
abrir y cerrar de ojos, y su recuerdo dura a veces para siempre.
Nadie es tan
rico que pueda pasarse sin ella, y nadie tan pobre que no pueda enriquecer por
sus beneficios.
Crea la felicidad
en el hogar, alienta la buena voluntad en los negocios y es la contraseña
de los amigos.
Es descanso
para los fatigados, luz para los decepcionados, sol para los
tristes, y el mejor antídoto contra las preocupaciones.
Pero no
puede ser comprada, pedida, prestada o robada, porque es algo que no rinde beneficio
a nadie a menos que sea brindada espontánea
y gratuitamente.
Y si en la
extraordinaria afluencia de último momento de las compras de Navidad alguno de
nuestros vendedores está demasiado cansado para darle una sonrisa, ¿podemos
pedirle que nos deje usted una sonrisa suya?
Porque nadie necesita tanto una
sonrisa como aquel a quien no le queda ninguna que dar.
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