jueves, 27 de agosto de 2015

Del Libro “Cómo envejecer sin ser Viejo” de Ezequiel Ander-Egg





Para que el cuerpo y la mente funcionen saludablemente, además de una buena alimentación y del ejercicio físico, el sueño es absolutamente necesario tanto para la salud física como para la mental.  Dormir bien tiene repercusiones sobre el resto de nuestras actividades.  La calidad del sueño no sólo permite la recuperación y el buen funcionamiento del organismo, sino que también incide en el estado del ánimo, en la capacidad de aprendizaje y en la fase de regeneración del sistema nervioso y los tejidos corporales.  Quien duerme mal suele estar malhumorado, de ahí la necesidad de conocer las claves para un buen descanso.
Existen hábitos saludables en relación con el sueño:

·         1)  Ante todo, procurar que el dormitorio sea un lugar agradable, ya sea por el color de las paredes como por el decorado.
·         2)  Tener en cuenta que los lugares ruidosos o una habitación luminosa no ayudan a tener un sueño profundo.
·         3)  Procurar acostarse todos los días en torno a la misma hora, preferentemente antes de la medianoche;  y procurar levantarse también a la misma hora.  Esta es una rutina saludable.
·         4)  Evitar el consumo de bebidas estimulantes (café, cacao, mate o té) cuatro horas antes de acostase;  estas bebidas se pueden suplir con té de manzanilla, boldo o tila.
·         5)  Hacer una comida liviana por la noche;  no ayuda a dormir que la cena sea la comida más importante del día.
·         6)  Dormir en un lugar oscuro;  lo deseable es que el dormitorio tenga persianas o cortinas oscuras, si esto no es posible y la luz molesta para dormir, utilizar un antifaz.
·         7)  Dormir la siesta todos los días en un hábito saludable, por dos razones principales:  porque es una tregua o descanso de la actividad diaria física y mental.  Y porque entre las 12 y 13 horas, hasta alrededor de las 15, existe un descanso en la capacidad de atención.

Algunas personas que tienen dificultades para dormir suelen tomar somníferos con el riesgo de entrar en un círculo vicioso, que las lleve a la necesidad de tomar cada vez más y con efectos decrecientes.  Otras piensan que tomando cierta cantidad de bebidas alcohólicas (vino, whisky, ron, coñac…) antes de acostarse, se duerme con mayor facilidad;  pero esto no es garantía de  buen dormir a lo largo de toda la noche, ni puede afirmarse que favorezca un sueño reparador.

Más que preocuparse por “tomar algo” que ayude a dormir, se puede recurrir a soluciones más simples y efectivas.  He aquí algunas sugerencias: que la habitación está bien aireada y si la temperatura exterior no es muy baja, dormir con la ventana abierta o entreabierta.  La cama en que se duerme también es importante:  el colchón no debe ser demasiado blando ni la almohada muy alta.  Y, en lo posible, la cama tiene que estar orientada de norte a sur, conforme a la dirección del flujo energético. 

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