En cierta
ocasión, un persa rico y poderoso paseaba por el jardín con uno de sus criados,
compungido éste porque acababa de encontrarse con la muerte, quien le había
amenazado.
Suplicaba
a su amo para que le diera el caballo más veloz y así poder apresurarse y
llegar a Teherán aquella misma tarde. El amo accedió y el sirviente se alejó al
galope.
Al
regresar a su casa el amo también se encontró a la Muerte y le preguntó:
"¿Por qué has asustado y aterrorizado a mi criado?" "Yo no le he
amenazado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí cuando en mis planes estaba
encontrarle esta noche en Teherán", contestó la muerte.
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