… “Miré
la vieja foto en blanco y negro de la cara de mi papá cuando era sólo un niño
de diez años. Era durante la Gran
Depresión, y creo que en ese año murió su propio padre y mi papá tuvo que volverse un adulto responsable mucho antes de estar
preparado para ello.
Fue tan liberador
poder ver al niño en él y ponerme en comunicación con mi papá en su fondo puro
de pequeño niño-hombre asustado. Me di cuenta de que su voz resonante y su
estilo amedrentador no son más que una máscara para encubrir al aterrorizado y
ansioso niño de diez años que sigue siendo en el fondo.
Una vez que comprendí esto, pude perdonarle
el ser tan difícil a veces, y pude volver a amarlo. Fue muy bueno estar en paz con
mi padre y poder abrirme para llegar a
conocerlo como un ser humano vulnerable”.
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