jueves, 14 de marzo de 2013

Del Libro “PERDONAR” de Robin Casarjian





Disculparse.-  En muchos casos, la mejor manera de abordar a una persona a la que hemos hecho daño o hemos tratado con insensibilidad es reconocer la verdad francamente y pedirle disculpas.  Algunas personas sienten alivio y acogen con gusto la oportunidad de sanar la relación.  Eso no significa necesariamente que uno o la otra persona vaya a reanudar una relación activa.  Pero si quiere decir que uno comienza a descargarse de un pasado doloroso.
Disculparse puede ser muy liberador, pero sólo cuando se hace de corazón y sin expectativasEsperar que la disculpa sea aceptada con alegría es predisponerse a enfadarse si no es así.  Recordemos que, pese a las disculpas, el verdadero remordimiento y los cambios positivos de comportamiento, como dejar de hacer las cosas que provocaron la rabia, es posible que la otra persona no esté todavía preparada para perdonar o dispuesta a hacerlo.  Es importante tener cuidado de no imponer la necesidad de conclusión a alguien que no la desea.  También lo es no permitir que la rabia o el temor de otra persona atice el fuego de la propia culpa.  No permitamos que el perdón de nosotros mismos dependa de la disposición a perdonarnos de otra persona, que quizá se aferre a la rabia porque obtiene algo que aún no está dispuesta a dejar marchar.  Puede ser que le resulte demasiado terrible o doloroso dejar marchar la rabia, que tal vez en ese momento sea una parte importante de su propio proceso de curación.
Aceptemos que los demás estén donde están.  Respetemos su derecho a sentir de la manera que sienten.  Sólo así nos podremos perdonar a nosotros mismos.  Evidentemente, podemos desear que esa persona nos perdone y reaccione de otra manera, pero limitémonos a reconocer el deseo y ya está.  Cuando nos quedamos atrapados en el deseo de que otra persona cambie, nos separamos de nuestro YO y volvemos a sentir rabia y culpa.  

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario