jueves, 10 de noviembre de 2011

Del Libro “Cómo hablarle a los hijos” de Chick Moorman….

“¿Qué te dije? “

“Ves. Lo sabía”

“¿No me creías, verdad? Ahora ya lo sabes.”

“Supongo que eso comprueba que yo tenía la razón.”

“Eso es lo que te dije. ¿No te acuerdas?”

Tener la razón se siente bien. Es una manera de probar nuestra valía a nosotros mismos. Nos ayuda a estar arriba, a reforzar nuestra propia inteligencia, a proclamar superioridad. Tener razón es probar nuestro triunfo. Sólo hay un problema: tener la razón no sirve.

Tener la razón engendra rencor. Cada vez que le pruebas a alguien que tú tienes la razón, le pruebas que él está equivocado. Tanto los niños como los adultos no disfrutan estar en el papel del que se equivoca.

Decirle a tu hijo “te lo dije”, es como burlarte del hecho de que estaba equivocado. Ya es bastante difícil para los niños aceptar sus equivocaciones, como para presionarlos más. Recordarles que tenías la razón, sólo les hace más difícil reconocer que estaban equivocados.

Recuerdo una caricatura que vi, en la que se mostraba a un paciente en una cama de hospital con vendajes desde la cabeza hasta los dedos de los pies y con los dos brazos y piernas colgados. El médico se paró cerca de la cama mirando su expediente, mientras el paciente explicaba: “Pero, yo tenía el derecho de paso”.

¿Tener la razón previno el accidente? NO.

¿Tener la razón eliminó el dolor y sufrimiento? NO.

¿En este caso, le sirvió tener la razón? ¡Absolutamente NO!

Y tener la razón tampoco va a servir con tus hijos.

Puedes tener la razón sobre cuál es la capital de Nevada, si quieres. Puedes tener la razón acerca de la reacción del profesor por entregar tarde la tarea. Puedes tener la razón acerca del precio de los zapatos de gimnasia, la cantidad que se requiere para llenar el tanque o el número de días que el pez tardó para morirse en la pecera. Como padre, tendrás oportunidades ilimitadas de tener la razón y tendrás el mismo número de oportunidades para decir, “te lo dije” y para recordar a la familia entera quién tenía la razón. Tú puedes tener la razón. Pero, ¿a expensas de quién y a qué precio?

¿Vale la pena tener la razón acerca de la capital de Nevada si creas distancia entre tú y tu hijo? ¿Vale la pena tener la razón sobre el número de días que el pez tardó en morir si le hace a tu hija estar equivocada? ¿Vale la pena decir, “te lo dije,” cuando aumenta el rencor y disuelve el sentimiento de unidad en tu familia?

La mayoría del tiempo, los hijos se dan cuenta de que estaban equivocados y no necesitan que se los digas. Cuando tengas la razón, disfrútalo en privado. Evita usar una forma de hablarles a tus hijos, que anuncie que tienes la razón. Tú y yo nos beneficiáremos; Estarás feliz de haberlo hecho, y yo no tendré que decirte, “te lo dije.”


...

1 comentario:

  1. moorman es n genio en la comunicacion adeacuada, muchas gracias por subir este pequeño fragmento. POR FAVOR SUBE MAS, ME SERVIRA MUCHO YA QUE NO TENGO LO LIBROS PO AHORA.
    Maribel Ramirez

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