jueves, 28 de noviembre de 2024

 

Del libro “El regalo” de Stefanos Xenakis

 

Hogar, dulce hogar

 




Nadaba con languidez a poca distancia de la playa.  Era evidente que estaba disfrutando de la soledad, como si hubiera colgado un letrero de “No molestar” en la puerta.  Aún así, decidí probar a entablar una conversación con él.

–Buenos días – le dije.

– Buenos días! – respondió él bruscamente, como si lo hubiera arrancado de un trance, pero no tardó en comenzar a contarme su historia–. Yo también soy griego, pero vivo en Rusia. Tuve que marcharme para poder mantener a mi familia. Venimos un mes todos los años, de vacaciones. Nado aquí todas las mañanas, tardes y noches. Llevo aquí veinte días y todavía me faltan diez. Los estoy aprovechando al máximo. Allí también tenemos mar, el mar Negro, pero ni punto de comparación. Esto es el paraíso. El sol, las aguas cristalinas, el buen tiempo…. – Y, a continuación, añadió algo que jamás olvidaré–: ¡Aaah, Grecia! Hogar, dulce hogar.

Los ojos se le vidriaron, y lo mismo me pasó a mí.

Cuántas cosas damos por sentadas… Nuestro hogar, la familia, los amigos, la salud…

Y, en cuanto nos surge un problema, y eso es algo inevitable, pensamos en aquel momento pasado en el que estábamos más sanos y éramos más felices, pero no lo sabíamos. Y nos alegramos un rato, al menos hasta que volvemos a olvidarlo.

¿Por qué no damos más a menudo las gracias por lo que tenemos en este preciso momento?


Se llama “gratitud”, y tal vez sea la manera

más poderosa de transformar tu vida.

 

Había una vez un granjero pobre que vivía con su esposa y sus seis hijos en una casa demasiado pequeña.  Un día, decidió visitar al sabio del pueblo.

—Oh, sabio, no tenemos suficiente espacio en casa.

El sabio caviló unos segundos.

— ¿Tenéis perro? — le preguntó.

— Sí

— Pues metedlo en casa.

— Pero, sabio, si apenas cabemos nosotros…

— Hazme caso y vuelve la semana que viene.

A la semana siguiente, el hombre volvió a visitar al sabio.

— ¿Cómo ha ido?

— Estamos incluso peor. El perro no nos deja dormir por la noche.

— ¿Tenéis una cabra?

— Sí.

— Pues metedla también en casa.

— Pero, sabio…

— Hazme caso. 

Pasó otra semana, y el hombre regresó.

— ¿Cómo ha ido?

— ¡Fatal! Ahora el perro se pelea con la cabra.

— ¿Tenéis alguna vaca?

—Sí

—Pues metedla en casa.

—Pero…

—Hazme caso.

Otra semana más.

—¿Cómo ha ido?

—No nos podrían ir peor las cosas. Todos los animales se pelean, la vaca muge como una loca, los niños no duermen…

—Vamos a hacer una cosa: mete de nuevo a los animales en el corral hasta que volváis a quedaros los ochos solos en casa.

El hombre regresó a la semana siguiente.

—¿Cómo ha ido?

—¡Genial! ¡Las cosas no podrían irnos mejor! — exclamó el hombre con entusiasmo.

—Me alegro — respondió el sabio.

 

¿NO TE ALEGRAS AHORA DEL ESPACIO QUE TIENES?


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