Del libro “90 respuestas a 90 preguntas” de Martha Alicia Chávez
¿QUÉ ES LA CRISIS DE LA MITAD DE LA VIDA?
La palabra crisis significa simplemente “cambio o transición”. Es un proceso de crecimiento y maduración; se presenta acompañado de síntomas que con mucha frecuencia desconciertan a quien lo está viviendo. Entre los 35 y los 55 años, prácticamente todos viviremos una crisis de autenticidad. Cada persona reacciona diferente a ella: algunos se alejan, otros la bloquean y reprimen hasta que explota, y otros la viven conscientemente y la aprovechan para crecer y volverse más auténticos.
Todo comienza alrededor de los 35 años, como una vaga
sensación. Los primeros cambios que notamos son físicos. Si bien al inicio son
muy leves, a veces casi imperceptibles, la realidad es que están ahí y se hacen
presentes de alguna manera.
Aunque estos cambios físicos se dan tanto en hombres como en
mujeres, parece ser que a nosotras nos asustan más, ya que existe una fuerte presión
social sobre las mujeres que nos “exige” mantenernos bellas, jóvenes,
firmes, etcétera, y si no cumplimos con esos parámetros nos sentimos
inadecuadas y menos valiosas. Los hombres no experimentan esta presión social
por mantenerse jóvenes. A ellos se les “permite” tener canas (nosotras nos las
pintamos), arrugas (nosotras usamos toda clase de tratamientos para borrarlas),
panza (nosotras debemos eliminarla con ejercicio o cirugía si es preciso). Esta presión social sobre las mujeres hace
que muchas sucumban a ella y sufran de verdad por la inevitable realidad de
envejecer.
Todo esto se acrecienta por el constante y agobiante
bombardeo que los medios de comunicación ejercen, reforzando esa obsesión por
la juventud que la sociedad actual presenta.
Hace unos días, por pura curiosidad me puse durante una hora a brincar
de un canal de televisión a otro, para contar las veces que en los comerciales
de televisión se menciona la palabra “joven” o “juventud” y sus derivados
(como: verte equis años más joven, piel más joven, disimular las arrugas,
etcétera): ¡fueron 16 veces! ¡Es un verdadero lavado de cerebro! No nos extrañe
que la mayoría de las mujeres sufran por la pérdida de la lozanía y la
juventud, y lleguen a despreciar o hasta odiar su cara y su cuerpo.
En el aspecto familiar, con frecuencia se junta la
crisis de la adolescencia de los hijos con la crisis de la mitad de la vida
que los padres experimentan, generando un verdadero caos en la relación
entre ambos, que hace difícil encontrar caminos de comunicación. Se presenta
también el momento del “nido vacío”, que deja a los padres sin la fuerte
distracción que son los hijos, surgiendo así todos sus asuntos de pareja no
resueltos, así como los conflictos internos individuales, que estuvieron
tapados por las distracciones que el día a día con los hijos nos proporciona.
Esto puede generar que la pareja explote y se separe, o que,
en el mejor de los casos, llegue a una redefinición de su relación, en
su nueva circunstancia. Eso es por supuesto lo más sano. En el aspecto individual, quedarnos
sin la distracción de los hijos es una maravillosa oportunidad que puede
llevarnos hacia sanos caminos de búsqueda interior y curación a través
de cualquiera de los tantos medios que existen para ello.
En el aspecto social, ésta es una poderosísima etapa
de la existencia, porque nos hemos vuelto mas sabios por las experiencias de la
vida, y como consecuencia hemos desarrollado un “buen juicio”; porque
somos la generación que comanda y guía; porque tenemos una gran capacidad de
generar y crear, como resultado de la potente combinación de experiencia y
juventud, puesto que todavía no somos viejos.
En el aspecto laboral, los hombres generalmente
experimentan una serie de cuestionamientos acerca de las elecciones que han
hecho a lo largo de su vida y acerca de sus logros profesionales. Es muy común
que algunos se sientan frustrados y abrumados por tormentosos pensamientos
como: ya debería tener una casa propia; mis planes era que a esta edad ya iba a
tener tales logros, o tal negocio, o tal cantidad de dinero, etcétera. Esto provoca la llamada “aceleración de la
carrera”, lo que significa que se esfuerzan intensamente por ganarle al
tiempo y aprovechar al máximo la etapa productiva que les queda, para obtener
los mayores logros posibles. Esto sucede con más frecuencia a los hombres
que a las mujeres, debido al papel que ellos desempeñan tanto en la familia
como en la sociedad.
Sea como sea, esta “mitad de la vida” es una etapa intensa,
profunda, que nos mueve inevitablemente a reevaluarnos, renovarnos,
redefinirnos. Estar preparados para reconocer y convertir en algo positivo
los cambios que experimentamos en el cuerpo, las emociones, la mente y el
espíritu, nos ayudará a transformar la angustia por envejecer en una poderosa
fuente de madurez y sabiduría, y a abrirle los brazos a esta etapa de
cosecha, productividad y reconciliación con la vida.
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