Del libro “Encuentra tu persona vitamina” de Marian Rojas Estapé
EN EL TRABAJO
Te cuento el caso
de Juan, mi amigo de Glovo. Siempre
apunto mis cosas y mis citas en una agenda Moleskine – cada año cambio de color
y tengo todas guardadas en un cajón, así me recuerdan lo vivido –. La llevo en
el bolso y la cuido para no perderla. Me
han recomendado que lo pase a digital, pero me gusta escribir, tachar y verlo
todo plasmado en una hoja.
Una mañana de
miércoles me di cuenta de que la había olvidado en casa. Me habían llamado para acudir a dar una
sesión y no me acordaba de si tenía algo ese día. La necesitaba y a través de
la aplicación de la plataforma solicité que me la trajeran al trabajo.
Al cabo de un
rato llamaron a la puerta y un tipo alto, con su característica mochila
amarilla, me entregó el paquete, con la agenda dentro, y se marchó. Me quedé de pie verificando las fechas libres
cuando escuché a alguien que sollozaba al otro lado de la puerta mientras
hablaba por teléfono. Al acercarme me
encontré con el repartidor, sin el casco, llorando desconsoladamente.
– ¿Necesitas algo?
– le pregunté.
– Nadie me puede
ayudar, es muy grave.
– Soy
especialista en temas graves, quizá sí te pueda ayudar.
Le hice pasar a
mi despacho y me contó su historia.
– Mi madre vive
en Venezuela y está muy enferma.
Necesita un tratamiento para curarse y entre mis hermanos y mis primos
hemos conseguido el dinero para enviárselo. Nos acaban de comunicar que la
empresa de envío de dinero ha perdido lo que le hemos mandado y mi madre no va
a poder curarse. No sé qué hacer y tengo pedidos pendientes, pero estoy
bloqueado.
Se me encogió el
corazón. Juan, como se llamaba, de casi
dos metros, parecía un niño pequeño. Me
enterneció profundamente y dediqué un buen rato a calmarle y hablar con él. Al cabo de unos minutos se marchó a proseguir
con su trabajo y le dije que regresara al día siguiente.
Cuando volví a
verle, estaba más tranquilo y tenía planes para solucionar el problema. Vio mi libro encima de la mesa y me preguntó
cómo podía hacer para que le pasasen cosas buenas a un repartidor de Glovo.
No tenía duda.
– Los repartidores acudís a las casas, pero el
contacto que se genera con el comprador es casi imperceptible. En muchas ocasiones, uno no ve la cara del
otro, le tapa el casco, y ese instante dura por lo general menos de quince
segundos. Yo te recomiendo que pongas ilusión y pasión en tu trabajo. Por dos
razones: la primera es que cuando introduces pasión en tu vida surgen cambios
neurológicos importantes en tu cerebro; la segunda es que cuando actúas desde
la ilusión, la gente lo capta, lo percibe y pueden suceder cosas maravillosas. Alguien con ilusión se convierte en persona
vitamina. – Y por supuesto le hablé de la oxitocina.
Unas semanas más
tarde, Juan me telefoneó. Había acudido
a entregar comida a las afueras de Madrid.
Desde hacía unos días había cambiado su “forma de entrega”: saludaba al
que abría la puerta, se quitaba el casco, sonreía… Y un mediodía algo sucedió.
Estaba en el
jardín de una casa donde había entregado un pedido. Fue amable con el dueño y le dijo que la
comida todavía estaba caliente y que había oído en cocina que si la recalentaba
perdía sabor. El señor, muy cordial, le
comento que a la mañana siguiente empezaba a entrevistar para contratar un
conductor. Buscaba a alguien afable, de
confianza y que le gustara su trabajo.
Al preguntarle si le interesaba, le respondió que lo iba a consultar con
su psiquiatra. El dueño de la casa,
atónito, no entendía la razón por la que Juan me llamaba.
- ¿Por qué le
consultas a tu psiquiatra? ¿Te ha pasado algo muy grave?
Le dije a Juan
que tenía que contarle toda la verdad. Y a los dos días Juan volvió a
visitarme.
- Fui sincero, le
narré mi historia y la enfermedad de mi madre. Me ha contratado. Mirian, tu consejo me ha servido de
mucho. Gracias de corazón.
Me gusta hablar
de Juan porque creo que ayuda muchísimo a entender que, en la vida, trabajar con ilusión y confianza en ti
mismo, mejora la salud física y psicológica y abre un mundo entero de
oportunidades. Estoy segura de que
el hecho de generar esa conexión –llena de oxitocina – le sirvió para mejorar
su situación profesional… ¡y la personal!
El señor que le
contrató trabaja en un banco y ayudó a Juan a conseguir el dinero que
necesitaba para el tratamiento de su madre. Siempre que pienso en su historia
me emociono.