Del libro
“Comienza siempre de Nuevo” de Jorge Bucay
Perseguir tus deseos
Nadie puede
conquistar de inmediato todas las cosas que le pasen por la mente, de hecho,
algunos nunca alcanzarán el logro específico que desvela sus noches más
oscuras. Esto es cierto, y sirve para
demostrarnos que, afortunadamente, no somos omnipotentes. Sin embargo, hay otra
manera de analizar el vínculo entre lo deseado y lo que acaba sucediendo.
Alguna vez le
preguntaron a su santidad, el Dalái Lama, si llegaría el día en que su pueblo,
sometido dese hace más de medio siglo a la ocupación china, pudiera cumplir su
deseo de justicia y recuperar un Tíbet independiente. “Estoy seguro de que así será – dijo el Dalái
–, lo que no podemos saber es cuándo.”
En sus conferencias, más de una vez, este líder espiritual ha sostenido
que cualquiera de nosotros puede lograr lo que de verdad desea, y lo hará si
sabe que le corresponde por derecho, si confía en que es honesta la fuerza que
genera su vehemente deseo, y sobre todo… si abandona la urgencia. Para ilustrar esta reflexión le cuento una
historia real:
El legendario actor, Bob Hope, contaba que, desde
niño, su sueño fue el cine. Ser un
comediante aplaudido en clubes de tercera categoría era importante, pero soñaba
con la “pantalla de plata”. Un día,
alguien que confiaba en él le consiguió un papelito en una película de Warner
Bros. Tenía que pronunciar apenas dos
frases en una aparición de 52 segundos, de los cuales la mitad estaba de
espaldas, pero para Bob era el cumplimiento de su más ambiciosa fantasía. Hacerlo le encantó; sin embargo, una
aparición tan fugaz no alcanzaría ni para comenzar una carrera en el mundo del
cine. Hope esperó el milagro de una
nueva llamada, pero nada de eso sucedió.
¿Cómo conseguir que lo volvieran a llamar? Era lo
que más deseaba en el mundo y tenía que lograrlo… Pero mientras su momento
llegaba, si llegaba, tenía que seguir ganándose la vida, ya que no podía
esperar que la gran oportunidad golpeara su puerta. Así, Bob aceptó un trabajo como comediante,
en gira por medio centenar de bares a lo largo y ancho de Estados Unidos. Trabajaba cada noche con la mitad de sus
sentidos puestos en divertir al público, pero con la otra mitad al servicio de
una idea obsesiva: conseguir que algún director de casting de Warner Bros. recordara
sus virtudes interpretativas y lo convocara. Sabía que tenía lo necesario para
ser un gran humorista. ¿Cómo hacerlo
saber a quien era necesario que lo supiera?
De pronto, tuvo una idea y la llevó a cabo: en cada ciudad en la que trabajaba mandaba dos
o tres cartas a Warner Bros. En todas
decía más o menos lo mismo: “He visto la
última película de la Warner, me ha encantado. ¿Quién es ese joven tan
simpático que aparece al final de la película? Se ve que tiene pasta de buen
actor: Mis amigos y yo quisiéramos verlo
en algún nuevo papel”. Y luego Bob
acababa firmando con un nombre cualquiera.
Hope gastaba mucho dinero en sellos; pero se decía
a sí mismo que se trataba de una inversión.
Y realmente lo que sucedió después le hizo pensar que su esfuerzo había
tenido su recompensa. A los tres meses, cuando llevaba más de cuarenta ciudades
recorridas y más de cien cartas, la Warner lo llamó y le ofreció un papel. Le proponían casi un papel protagonista y el contrato
resultaba tentador. El día de la firma.
Bob Hope deslizó un comentario para evaluar el peso que había tenido su
estrategia:
-
¿Qué les hizo pensar en mí? – preguntó.
El mayor de los hermanos Warner contestó:
-
Pensamos que cualquiera que se tome el trabajo
de viajar tanto, gaste tanto dinero en sellos y sea capaz de mandar más de cien
cartas hablando tan bien de sí mismo…. ¡merece una oportunidad!
La confianza de
Hope en sí mismo le permitió mantener su esfuerzo y una actitud positiva ante
las circunstancias más adversas. Su historia es un ejemplo para que nos
atrevamos a luchar por nuestros objetivos.
Esto es posible, si este deseo es propio y no el reflejo de una
necesidad ajena. En el trayecto
encontraremos obstáculos, pero también descubriremos las herramientas que nos
permitirán alcanzar nuestra meta.
Rodearnos
de mensajes positivos y optimistas será de gran ayuda, pero requerirá de la
fortaleza que sólo aparecerá si nosotros mismos creemos en nuestro potencial
para actuar y llegar a obtener lo que deseamos.
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