Obedecer es a veces incómodo, es verdad. Pero tienen que descubrir que NO siempre lo
más cómodo es lo mejor. Deben darse
cuenta de que el mejor camino para ser libre es lograr ser dueños de uno
mismo. Han de comprender que sólo una
persona bien curtida en la obediencia juvenil será libre en la edad adulta.
Pero, de todas formas, quizá
les cuesta mucho obedecer porque no sabes mandar sin imperar. Hay detalles que facilitan la obediencia:
·
Exígete en los mismos puntos en que aconsejas,
mandas o corriges: es muy cómodo, si no, recordar que tienen que ser humildes,
pacientes y ordenados, sin ir tú por delante con el ejemplo.
·
Manda con afán de servir, sin dar la sensación
de que lo haces por comodidad personal.
Que vean que te molestas tú primero:
muchas veces así ellos entenderán, sin necesidad de que nadie se lo
diga, que deben hacer lo mismo.
·
No exhibas demasiado la autoridad. No des lugar al temor o a la prevención.
·
Procura saber lo que hiere a cada uno, para
evitarlo delicadamente si es preciso. Sé
comprensivo y sé muy humano. Aprende a
disculpar. No te escandalices tontamente
(supone casi siempre falta de conocimiento propio).
·
Habla con llaneza y sin apasionamiento, sin
exagerar, procurando ser objetivo.
Aprende a discernir lo normal de lo preocupante o grave.
·
Habla con claridad, a la cara. No seas blando, ni tampoco cortante: mantén una exigencia acolchonada.
·
Sé positivo al juzgar y pon en primer término las
buenas cualidades, antes de ver los defectos, y sin exagerarlos.
·
No quieras fiscalizarlo todo. No quieras uniformarlo todo. Ama la diversidad en la familia. Inculca amor a la libertad y ama el
pluralismo como un bien.
·
Respeta la intimidad de tus hijos, sus cosas, su
armario, su mesa de estudio, su correspondencia; y enséñales a respetar a los demás y su
intimidad.
·
No dejes que se prolonguen demasiado las
situaciones de excesiva exigencia. Para
ello, debes estar atento a la salud y al descanso para que nadie llegue al
agotamiento psíquico o físico. Debes
extremar los cuidados a los más necesitados (no todos los hijos son
iguales) para evitar que tomen cuerpo
las crisis de crecimiento o de madurez.
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