Cómo y qué decir en una situación difícil.
¿No te gustaría ser como los actores de las películas?
Siempre saben qué decir y todo lo expresan en forma simpática y atinada. ¡Nunca hablan de más, no dicen
tonterías! Su diálogo es perfecto. A mí me encantaría ser así, sólo que en la
vida real no tenemos un guión: la buena
noticia es que lo podemos crear.
A veces pasamos por situaciones difíciles, como cuando
debemos reconocer un error, dar una mala noticia, despedir a un empleado,
consolar a un ser querido, negar un permiso, pedir un favor o felicitar a un
oponente y, en esos casos, lo que decimos y cómo lo decimos es ¡muy
importante!....
Comparto contigo una fórmula muy eficaz, creada por los
expertos en comunicación asertiva, que se llama “Guión DEEC” Las iniciales indican los cuatro pasos a seguir
y no estaría mal que los aprendiéramos de memoria:
1.- DESCRIBE. Primero hay que describir cuál es la conducta
que nos molesta en la forma más simple, objetiva y específica.
Al hacerlo, hay que ver a los ojos de la persona. Y decir, por ejemplo: “Ayer llegaste a las cuatro de la mañana y no
avisaste por teléfono, como habíamos quedado.”
Hasta aquí, el otro tiene pocas bases para discutir.
Simplemente estamos describiendo el problema sin acusar de
nada, sin tratar de adivinar los motivos, sin decir: “Seguro tomaste tanto que hasta perdiste la
noción del tiempo”, o cosas así. Este
tipo de acusaciones sólo provocan protesta y enojo.
2.- EXPRESA. Después hay que decir lo que sentimos o
pensamos. Podemos usar palabras como
“Me siento inquieto (a) cuando….”,
“tengo la sensación de…” o
bien: claridad y moderación, sin ser
sarcásticos ni explotar emocionalmente (esto es lo más difícil de hacer).
Podemos decir, por ejemplo:
“Cuando haces esto, me preocupo mucho por tu seguridad; siento temor porque pienso que podrías sufrir
un accidente.” Fíjate en las palabras
clave “me preocupa”, “tengo”, “pienso”.
Estas palabras describen cómo me siento cuando tú haces algo. No provocan enojo en el otro; al contrario, apelan a la comprensión.
Las palabras condenatorias como: “Me choca cuando haces eso”, “eres un
insensible” o “me haces enojar”, prenden la chispa y, con el sobre uso, se
desgastan y pierden su efecto.
3.- ESPECIFICA. Ya que describimos lo que nos molesta y expresamos cómo nos sentimos,
hay que pedir, con claridad, una conducta diferente. Por ejemplo:
“Te pido que cuando salgas de noche, siempre llames por teléfono para
que esté tranquila.”
Las investigaciones demuestran que los mejores resultados se
obtienen cuando pedimos “una sola cosa” a la vez (esto es otra cosa difícil de
hacer). Si lo que queremos es un gran
cambio, más vale lograrlo paso a paso, con pequeños acuerdos MUTUOS.
Las palabras que usemos deben ser concretas y muy
específicas. Si pedimos un cambio
vago, de actitud o de personalidad, sin especificar claramente qué pretendemos
y decimos algo como: “Me gustaría que fueras más considerado”, la petición
queda flotando en el aire sin que la persona entienda claramente a qué nos
estamos refiriendo. “¿Qué es ser considerado?
4.- CONSECUENCIAS. En este punto, como en un contrato, hay que
mencionar cuáles serían las consecuencias, positivas o negativas, en
caso de llevarse a cabo, o no, el acuerdo.
Aunque siempre es mucho mejor plantear las consecuencias positivas.
Podemos decir: “Me
gustaría seguir confiando en ti, así no me voy a preocupar y tú vas a
sentirte a gusto.” Es mejor decir esto
que llenarlo de amenazas como: “Me vas
hacer pedazos”, “ya nunca te voy a tener confianza” o “te voy a dejar”, y cosas
por el estilo. El uso exagerado de la
amenaza es contraproducente, ya que, si no somos capaces de cumplirlas, hacen
que perdamos credibilidad frente a los ojos de nuestro interlocutor.
Y tampoco representa una gran dificultad si estamos hablando
con un adulto, porque él sabe que la mejor recompensa es intrínseca. Basta decir:
“Me voy a sentir bien”, “nos vamos a llevar mejor” o “haremos las cosas
con más entusiasmo”. Destaca lo
positivo, describe la recompensa de hacer esto o lo otro, de manera que motives
a la persona a cambiar su conducta.
Así que, en esos momentos difíciles en los cuales debes
tocar un punto sensible, incómodo o delicado con un hijo, la pareja o un
compañero de trabajo, no olvides, preparar bien tu “guión DEEC” Es mejor
describir, expresar y especificar cada punto; de esta forma, a todos nos va a
quedar claro que cada uno de nuestros actos tienen una consecuencia y nadie
podrá poner de pretexto el clásico: “No
entendí lo que me quisiste decir.”
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