DEJA DE DAR EXPLICACIONES
¿Con frecuencia tratas de justificar tus actos?
¿Acostumbras explicar tu proceder a los demás?
Una característica de las personas con decisión y seguras de
sí es la siguiente: NO dan
explicaciones, simplemente hacen lo que hacen.
Cuando somos pequeños, no hay otra salida. Siempre tenemos que dar explicaciones a
nuestros padres y profesores, generalmente con el fin de evitarnos problemas o
una buena tanda de nalgadas. Pero si
queremos ser adultos felices, necesitamos pensar y actuar de manera más
independiente; sentirnos realizados, sin tener que dar explicaciones de todo lo
que hacemos a nuestros parientes, amigos y vecinos.
Obviamente, en ocasiones es preciso ofrecer una explicación
al jefe o justificar nuestros actos ante nuestros socios. La persona que paga tu sueldo tiene derecho
de saber qué haces y por qué. Para
construir una relación estrecha con tu pareja, quizá querrás intercambiar
continuamente motivos e ideas. Pero más
allá de eso, ¡debemos saber que no tenemos que andar por la vida como si
estuviéramos sobre el banquillo de los acusados! Estoy hablando de convicción personal: de que tú decidas tus asuntos y nadie más. Algunas personas tienen la costumbre de
indagar sobre cosas que no les incumben.
Cuando tu vecino te pregunta: “¿Por qué vendes tu casa?”, tal vez prefieras
responder: “porque quiero”, en vez de ofrecerle una explicación sobre
tendencias económicas y finanzas personales.
No tienes que ocultarle las cosas a la gente. Pero el solo hecho de que alguien te haga
una pregunta no significa que les incumba o que debas responderla a
satisfacción.
Cuando el vendedor de autos de la localidad te invita a la
presentación de los nuevos modelos del año, no tienes que explicarle nada. Él te dice:
“venga a ver nuestro nuevo modelo.
Le va a fascinar”. Tú le
respondes: “no, gracias”.
- ¿Por qué no?
- Tengo otras cosas que hacer, pero gracias por la
invitación.
- De acuerdo, pero ocurre que este carro es dinamita
pura. ¿Por qué no quiere usted venir?
“Le agradezco que se haya acordado de mí, pero no,
gracias”. Fin de la conversación.
¿En la actualidad justificas tus actos y ofreces a la gente
explicaciones que no le incumben? No
tiene nada de malo que la gente pregunte.
Pero tú tomas la decisión y puedes responder sólo las preguntas que tú
desees.
Cuando tu cuñado te pregunta: “¿por qué renunciaste a tu empleo?”, sonríe y
responde: “tenía ganas de hacerlo”.
Tu vecino te interroga:
“¿por qué vas al gimnasio seis veces por semana?”. Tú contestas: “me hace sentir bien”.
Cuando alguien te pregunta: “¿desea usted cooperar para la
cruzada en favor de los caracoles del jardín?”, sencillamente responde
“no”. No tienes que contestar: “es que
hoy traigo poco dinero”, o “la semana pasada doné un pastel para la causa”;
solo tienes que decir “no”. No hace
falta explicación.
... Otras preguntas que no tienes por qué contestar son:
1.- ¿Por qué nunca
visitas a tu suegra?
2.- ¿Por qué cuidas
tanto el dinero? El dinero es para
gastarlo.
3.- ¿Por qué tiras el
dinero? Piensa en una época de crisis.
4.- ¿Por qué no sales
con Chuck?
5.- ¿Por qué no
compras un auto nuevo?
6.- ¿Por qué cambias
de auto tan seguido?
7.- ¿Por qué
compraste eso?
8.- ¿Nunca te has
arrepentido de no haberte casado con Daisy?
9.- ¿Por qué sales
con él?
10.- ¿Eso es lo único a lo que te dedicas?
Vive como tú prefieras;
dedica tu tiempo a lo que mejor te parezca.
EN SÍNTESIS: Toma tus propias decisiones. No ofendas a la gente, pero debes ser franco
contigo mismo. Si decides ofrecer explicaciones, hazlo porque deseas compartir tus
pensamientos con otra persona y no porque necesites de aprobación.
.