¿Ganaste?
Después del concurso de atletismo de Katia, del juego de
béisbol de Ana y la audición de trompeta de Roberto, la mamá de cada uno de
estos niños preguntó: “¿Ganaste?”
Katia llegó en último lugar en la carrera de velocidad de
cien metros.
El equipo de Ana perdió el juego por una carrera.
Roberto sostuvo con éxito su posición en la banda.
Debido a que cada mamá dirigió su interés hacia ganar,
perdieron la oportunidad de ayudar a su hijo a enfocarse en disfrutar de la
competencia. Según el pensamiento
tradicional, sólo uno de estos niños ganó:
Roberto. En nuestra sociedad,
existe la firme creencia de que en cada evento, competencia o categoría puede
haber sólo un ganador. De hecho, hay una
obsesión mundial de ser el primero; así
que, es crucial que los padres aprovechen las oportunidades, para ayudar a sus
hijos a enfocarse en los eventos, en lugar de los resultados y a poner atención
en el placer de participar.
La obsesión por ser el primero separa, crea expectativas no
realistas e impone demasiada exigencia sobre los competidores.
Durante los Juegos Olímpicos de invierno, vi a un joven
agonizando porque había perdido la competencia de esquí. El comentarista habló de él como “un
perdedor”. Lo que sucedió, de hecho, es
que no logró romper el récord mundial de esquí por dos centésimas de
segundo. ¡Centésimas de segundo! ¿Eso lo hace un perdedor?
Conozco a un joven de secundaria, que se rehúsa participar
en carreras de velocidad porque la gente puede burlarse de él por no correr tan
rápido. “Pero, tú estás allá corriendo.”
le discutí, “¡Ellos sólo están sentados! Te mereces su admiración sin importar el
lugar en el que llegues.” El negó con la
cabeza, “Pero no voy a ganar.” Eligió perder la oportunidad de estar con sus
amigos, divertirse y obtener atención de sus compañeros, por miedo a perder.
Yo solía correr carreras de diez kilómetros. Mi hijo de cinco años no comprendía que yo
“ganaba” ya sea que terminara primero o en el lugar cuatrocientos. Sé que gano si me divierto, conozco nuevos
amigos, disfruto un día de sol o de una lluvia cálida. Gano cuando termino la carrera y siento el
apoyo de los espectadores entusiastas.
Gano cuando alcanzo mi meta de tiempo o supero mi propio récord. Gano mejor salud y autoestima que fluyen de
mi auto-disciplina y compromiso de practicar diariamente. Sin importar cómo se lo explico, el niño de
cinco años no lo comprende. Ya tiene la
mentalidad de “hay que ganar siempre”.
Le digo, “Si, gané y no fui primero.”
Para ser felices y exitosos, los niños deben aprender a
lidiar efectivamente con la competencia.
Deben aprender a aceptar “triunfos” y “fracasos” con la satisfacción que viene de saber que
“el triunfo” sólo es una parte del pacer de competir.
El compañerismo, probarse a uno mismo, ser aceptado, el
esfuerzo y el aprendizaje, son aspectos importantes del proceso
competitivo. El ganar no significa
necesariamente ser “el primero.” Podemos
empezar a comunicárselo a nuestros hijos, a través de cambiar la forma en la
que les hablamos, preguntando: “¿Qué fue
lo que más disfrutaste?”
La pregunta, “¿Qué
fue lo que mas disfrutaste?” les pide a los hijos que consideren varios
aspectos de la competencia; les pide que
se enfoquen en lo agradable. La gente
tiende a fijarse en lo que no le gusta de una actividad, pero es importante que
tome en cuenta también, lo que disfruta. Los jóvenes desarrollan su habilidad para
pensar, mientras reconstruyen la competencia en su mente, analizando y
evaluando.
Las relaciones se desarrollan y se expanden porque la
pregunta “¿Qué fue lo que te gustó?” requiere más que una respuesta de una sola
palabra. El diálogo es fomentado,
mientras los hijos comentan sobre las actividades y platican con sus padres
acerca de sus intereses.
Creo que mucho niños
pierden oportunidades innumerables de desarrollar su talento, de aprender y de
divertirse, porque tienen miedo a que no vayan a ganar.
Katia es una ganadora porque corrió la carrera de cien
yardas. Ana ganó porque desarrolló sus
habilidades a un nivel tal, que le han pedido participar en un equipo de
béisbol que era tradicionalmente de puros hombres. Roberto es un ganador también, no sólo porque
ganó la audición, sino porque nunca había tocado tan bien como lo hizo, cuando
sostuvo su lugar en la banda; y él lo sabe.
Si la obsesión de la sociedad por ser “el primero” no se los
impide, todos los niños pueden ganar y sentirse como ganadores.
Los padres pueden ayudar a sus hijos a alejarse de este
limitado y restrictivo punto de vista sobre la competencia, a través de cambiar
la pregunta “¿ganaste?” por “¿qué fue lo que más disfrutaste?”
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario