- La linterna mágica – gritó Shayli –. ¡Está aquí y brilla
como siempre, después de todo!
Jake se acercó a la linterna dorada, la levantó para
examinarla más de cerca. Mientras la
levantaba más, observó una inscripción cubierta por el polvo en su base. Decía:
La llave para una
vida de felicidad sin fin está aquí ante ti, y es demasiado simple para no
verla.
Porque para que
nunca se extinga la luz de la lámpara, ¡debes
aprender a distinguir los hechos de las interpretaciones!
Mientras Jake terminaba de leer la inscripción, Tonesia
apareció en un brillante rayo de luz propia.
Lanzó una amorosa sonrisa y una mirada de sabiduría y conocimiento.
- Escuchen cuidadosamente – explicó –. La llave de la
felicidad está dada. El mensaje de la
linterna es claro. Si deseas llevar una vida libre de contratiempos y llena de cálidas y
amorosas relaciones, debes volverte adepto a separar los hechos de las
interpretaciones. La fuente de la
falta de armonía en el mundo es que todos escuchamos a los demás y luego
acomodamos las cosas de modo que nos molestan.
Las personas sienten furia, miedo o tristeza. Cuando alguien dice o hace algo, acomodamos
las cosas de manera que lo que se dice y se hace aterriza de manera directa en
este estado de ánimo. Confundimos
erróneamente lo que sucede o lo que se dice con una interpretación que creamos,
y que lleva a ese estado de ánimo.
Nuestras interpretaciones no son la verdad. Sólo las armamos porque estas
interpretaciones nos hacen sentir enojados, tristes o temerosos.
- ¿Pero quién quiere estar enojado, triste o temeroso? –
preguntó Nargen.
- Nuestros estados de
ánimo son familiares y adictivos, más que las peores drogas – continuó
Tonesia-. Decimos que no queremos
sentirnos enojados, tristes o temerosos, pero estamos indefensos ante esos
estados de ánimo adictivos. Porque obtenemos grandes beneficios. ¡Su estado de ánimo les permite estar en lo correcto!
Les hace mejores que los demás. Les
permite dominarlos y evitar que les dañen.
Eliminan su responsabilidad
de entablar relaciones con los demás y hace que la vida funcione. En cambio, simplemente pueden estar enojados
consigo mismos, o tenerles miedo o sentir tristeza por lo que hacen o
dicen. Su estado de ánimo les permite
sentir pena por ustedes mismos. Les hace
víctimas. Después de todo, ¿quién puede
culparlos por estar enojados, tristes o temerosos? ¡No es su culpa! ¡Sus sentimientos se lo permiten! O, por lo menos, ésa es la historia que se
cuentan.
- ¿Pero cómo podemos deshacernos de nuestro estado de
ánimo? -
Le preguntó Rilia.
- ¡Al separar los hechos de las interpretaciones que
aterrizan en su estado de ánimo! – respondió Tonesia-. La llave es reconocer primero su estado de
ánimo más familiar.
- El mío es la tristeza – dijo Shayli -. Busco interpretaciones que me hacen sentir
triste. Realmente no quiero estarlo,
pero me siento incapaz de evitarlo porque todos los acontecimientos de la vida
y las palabras de la gente parecen entristecerme.
- No son las palabras
ni los acontecimientos lo que le entristece, ¡son las interpretaciones que
hace! – interrumpió Tonisia -. ¿Cuándo fue la última vez que recuerda haber
estado triste?
-Justo hace unos momentos – respondió Shayli -. Estaba deprimido cuando parecía que no
encontraríamos aquí la Linterna Mágica.
- Separemos lo que sucedió de lo que interpretó – siguió la
buena hechicera blanca.
- Lo que sucedió fue que Xabor dijo, “Ordené que se
extinguiera la flama de la Linterna Mágica: - enunció Shayli.
- ¿Y cuál fue la interpretación que hizo y que aterrizó en
su estado de ánimo, causando la tristeza? – presionó ella.
- Interpreté que habíamos perdido toda esperanza sin la
linterna. La gente siempre estaría
molesta. Y eso me hizo sentir triste.
- Bueno. Ahora, “cuál
otra interpretación pudo hacer que le hubiera dado ánimos, en lugar de
aterrizarlo en su estado de ánimo? -
continuó ella.
- Hubiera podido interpretar que Xabor estaba equivocado. Que la linterna aún podía encontrarse. O que la gente podría vivir con amor y
felicidad sin la linterna, si estuviera comprometida con esto. O que debía encontrarse otra manera de
traer felicidad al mundo, o.….
- Esas son interpretaciones suficientes que nos dan una
buena idea de cómo se hace – interrumpió Tonesia –. Observen que cada una de las
interpretaciones que nos ayudan no tienen un estado de ánimo añadido. Por eso, estas interpretaciones pueden
parecer extrañas o incorrectas. No hay
un estado de ánimo asociado con ellas.
Pero, así como hacen interpretaciones que los envían a su estado de
ánimo, tienen el poder de hacer nuevas interpretaciones que no lo hagan.
- ¡Estupendo! – dijo Wert –.
Cuando Xabor dijo todo eso, me enojé.
Interpreté que Xabor había tenido el maldito valor de extinguir la flama
¡después de todo lo que hicimos para llegar aquí!
- ¿Entonces su estado de ánimo familiar es el enojo? – le preguntó a Wert.
- No el enojo común, sino el justificado, de indignación –
sonrió Wert, seguido por un ceño fruncido –. Vivo en ese estado de ánimo. Lo siento todo el tiempo como calor en el
rostro y temblor en el cuerpo.
- ¿Y su nueva e inventada interpretación? – preguntó
Tonesia.
- Esa es fácil. Sería
que he aprendido tanto en este viaje que ya no soy el hombre que era cuando lo
empecé. Aunque no hubiera linterna, el
viaje resultó increíblemente valioso.
¡Realmente me cambió la vida!
- Maravilloso – sonrió Tonesia –. No hay un estado de ánimo
adjunto. ¿Y qué pasa con usted, Yint?
- Bueno, cuando escuché a Xabor, tuve miedo. ¿Qué nos sucedería a
todos si ya no se mantenía encendida la flama?
Pensé que de seguro todos pereceríamos.
Lo interpreté claramente.
- ¿Y su nueva interpretación?
- Que no importa cuál, encontraremos una manera de estar
seguros y ser felices.
- ¡Hay en realidad un poder mágico en esa herramienta que la
linterna nos ofrece! – dijo Jake, con entusiasmo – ¿Pero qué pasa con Xabor? Cuando la plaga se presentó y murió su
esposa, ¿cómo interpretas eso?
Xabor se levantó del suelo.
-Bueno, ahora puedo ver que los hechos fueron primero, una
plaga vino y después mi esposa murió. Y
lo que interpreté sobre eso fue que debí ser un gobernante muy estúpido para
permitir que esto pasara a mi gente y, especialmente, a mi querida y amada
esposa. Me sentí humillado.
- ¿Y no lo pudiste manejar sintiéndote así? – dijo Jake, con
simpatía.
- No sólo no lo pude manejar, ¡sino que hizo que me sintiera
furioso conmigo! Sólo
externé esta furia y la volqué sobre los demás.
Verán que mi estado de ánimo familiar es la furia, seguida por la
tristeza resignada. Y, por supuesto, mis acciones de matar y exiliar a quienes
se me opusieron ¡me hicieron sentir más furioso y más triste! Y ahora veo que simplemente pude interpretar
que las plagas y las pestes son parte de la vida. No fueron mi culpa. No soy estúpido. Hice lo mejor que sé para mantener a
la gente a salvo – y Xabor continuó –.
¡Pero lo que he hecho es terrible!
Traje muerte y sufrimiento a millones.
¿Cómo puedo siquiera deshacer
toda la miseria que he creado? En
realidad me siento muy mal por lo que hice.
Jake miró con
compasión al alguna vez poderosos rey.
- Podrías empezar por perdonarte? – le
preguntó Jake -. Veo que cometiste algunos errores terribles y ciertamente no
perdonamos tus acciones. Sin embargo,
como veo, tienes dos opciones obvias.
Puedes desperdiciar tu vida arrepintiéndote aquí en tu calabozo, o
puedes reconocerlo y comprometerte a
hacer algo bueno por el mundo.
Deseo
comprometerme a pasar cada día que me queda de vida en la búsqueda del bien,
además de comprometerme a aliviar el sufrimiento en el mundo – le dijo Xabor –.
Viajaré con todo aquel que se me una para llevar la luz de la Linterna Mágica
junto con su mensaje de esperanza (es decir, el secreto de cómo vivir libre de
contratiempos) a todo pueblo y toda tierra, empezando con la Tierra de las
Posibilidades Infinitas.
Mientras
decía estas palabras, al instante se borraron de su rostro años de edad y de
dolor.
- Te
llamaremos entonces Solas, como alguna vez se te conoció. Te perdono y siento que muchos otros lo harán
también. Me uniré a tu marcha para
extender la luz de la linterna y llevar el mensaje de esperanza a todos. – dijo Shayli.
- Yo también
lo haré – dijo Nilrem.
Luego Nargen
estuvo de acuerdo. Y también Rilia. Y así lo hizo hasta el último de los enanos,
inspirados todos por la visión de Solas.
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