jueves, 21 de octubre de 2010

Del libro “Estrategias para el cambio” de Chick Moorman


Críticas


La crítica y el elogio están muy relacionados. Son lados opuestos de la misma moneda. El criticismo, así como el elogio, pueden darse de manera evaluativa, descriptiva o reprobatoria.

Detestable, ordinario, feo, torpe, pobre, desagradable y horrible son ejemplos de criticismo que evalúa. Estas palabras evaluativas, así como sus “primas”: bueno, excelente y maravilloso, dan poca información de utilidad. Es muy poco útil saber que el reporte fue terrible, a menos que sepas específicamente qué fue lo terrible de él. Así, tampoco es de utilidad escuchar que el artículo que escribí fue desagradable, a menos que sepa qué fue lo que la persona que lo criticó eligió como desagradable.

Dime que el reporte fue inexacto en tres partes o que no cubrí cierta parte del tema y de esa manera me das la información que puedo utilizar para mejorarlo la siguiente vez.
Dime que no te gustó la frecuencia con la que utilicé malas palabras en mi artículo y de esta manera podría darme cuenta de por qué pensaste que era desagradable. Critícame con lenguaje descriptivo y obtendré información valiosa que considerar.
O usa la crítica evaluativa y déjame adivinando qué fue lo que te hizo pensar que mi trabajo era terrible, detestable o malo.
Compartir algún disgusto es otra forma de dar a la gente retroalimentación específica que pueda tomar en cuenta. Algunos ejemplos específicos incluyen:

“No me gustó limpiar el fregadero antes de cenar.”
“No me agrada cuando inicias la reunión 15 minutos tarde.”
“Prefiero que dejes el baño como lo encontraste antes de bañarte. No me gusta recoger toallas ni encontrar el suelo mojado.”

La gente generalmente responde mejor cuando comparto o describo lo que no me agradó que cuando critico haciendo una evaluación. Obtengo una respuesta más rápida al decir, “no me agrada que dejes las latas de refresco en la sala,” que si digo, “la sala es un desastre.” Obtengo mayor cooperación cuando mis aseveraciones son, “no me gusta tener que hacer todos estos envíos postales solo,” que cuando digo, “eres flojo e inconsiderado.”

Una de las razones por las que frecuentemente la gente NO responde de manera favorable a la crítica evaluativa es que la experimenta como un ataque. Y el ataque es usualmente resistido y resentido.
Desactiva la resistencia y el resentimiento empleando la regla número uno de la crítica. Esta regla es simplemente ésta: habla acerca de la situación y no de la persona. Elige palabras que se concentren en lo que se logra o no se logra, lo que existe o no existe, lo que sientes o no sientes. No centres tu atención en la otra persona.
“El reporte estuvo incompleto,” habla de la situación. “Hiciste un trabajo pésimo,” ataca a la persona.
“Son las diez y cuarto,” se centra en la situación. “Qué no puedes tú recordar llegar aquí a tiempo?,” apunta a la persona.
“perdí tres tiros libres y me poncharon,” apunta a la situación. “Yo jugué terriblemente,” pone la atención en mi.

Escucha tus críticas en las siguientes semanas. Pon especial atención en la forma en como te criticas a ti mismo y a los demás.

Cuando te escuches evaluando a otros o notes alguna forma evaluativa para referirte a ti mismo, DETENTE. Recuerda la regla número uno de la crítica – habla acerca de la situación y no de la persona. Replantea tus críticas.

Comparte lo que te desagrada y describe lo que ves o escuchas. Después felicítate a ti mismo por haber dado otro paso hacia el lenguaje de aceptación y por haberte alejado de la trampa del juicio.

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