jueves, 19 de agosto de 2010

Del Libro “El matadragones que tenía el corazón pesaroso”


- ¿Una medicina llamada serenidad? – Preguntó Duke-. Nunca había oído hablar de ella. ¿Es un tónico que se bebe? Ya sé, es algo que me tengo que frotar en el pecho, sobre el corazón. Apuesto que es eso.

- No es nada de eso. Es, simplemente, la vieja y cotidiana serenidad. Esa especie de paz mental.

- ¿Me está tomando el pelo?- saltó Duke, meneando la receta en el aire-. ¿Cómo se supone que voy a hacer eso? ¿A menos que usted sepa de un farmacéutico que venda serenidad por prescripción médica!

- La verdad es que sé de un sitio mejor que la farmacia donde puede usted encontrar la serenidad que necesita – dijo Doc.

Duke meneó la cabeza.
- No estoy muy seguro de todo esto. ¿Cómo sabe usted siquiera que va a funcionar, suponiendo que la consiga? Quiero decir que ni siquiera es una medicina de verdad.

-Oh, la serenidad es una medicina bajo cualquier punto de vista – dijo el búho pacientemente-. Según investigaciones realizadas a lo largo de muchos años por parte de las mejores mentes científicas del país, se ha demostrado de forma consistente que la serenidad es el mejor tratamiento para la mayoría de casos del mal-estar de corazón. De hecho, es el único tratamiento eficaz y duradero disponible. Hasta la fecha, un tratamiento completo de serenidad puede proporcionar una ligereza de corazón imposible de alcanzar por medio de otros tratamientos. Tengo algunos extractos médicos de las últimas investigaciones en mi bolsa. Le invito a que les eche un vistazo.

A Duke se le iluminó la mirada.
- ¿Ligereza de corazón? ¿De verdad? ¡Oh, qué no daría yo por tener el corazón ligero! – dijo, pensando en lo que supondría liberarse de aquella molesta pesadez……..

… Ahora Duke, le sugiero que se ponga en marcha. Un instante desperdiciado es un instante perdido para siempre.

- ¿Qué me ponga en marcha? ¿Quiere decir que me ponga en camino a ese sitio que dice que es mejor que una farmacia? Y, por favor, no me diga que es algo así como un monasterio con gente sentada a tu alrededor contemplándose el ombligo. Ya sabe, meditando y diciendo Ommmmmmm. ¡Odio todas esas tonterías!




- Ya vuelve otra vez con sus ideas preconcebidas. En primer lugar, con los maestros; luego, con la naturaleza de la medicina; ahora, con cómo y dónde obtendrá la serenidad que necesita, además del de meditar en un monasterio, aunque esto le haya podido ser de lo más útil a algunas personas. Mentes cerradas, puertas cerradas. Recuerde eso, Duke.

- Bueno, sea cual sea ese sitio, espero que esté cerca. O sea, ¿no podría ir usted (o mejor, volar) hasta allí en mi lugar y traerme lo que yo vaya a necesitar?

- No se puede recibir la serenidad de nadie, ni se puede comprar, ni se puede conseguir exigiéndola, ni suplicándola. La serenidad es un estado del ser. Es algo que uno tiene que aprender cómo tener – dijo Doc con resolución.

1 comentario:

  1. Hola Alicia!

    Acabo de percatarme de tu blog.
    Ya soy seguidora!
    Gracias por los fabulosos resumenes que nos envias.
    Mary (tu vecina de al lado!!!!)

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