miércoles, 14 de julio de 2010

Del Libro “El matadragones que tenía el corazón pesaroso”




El pozo Obueno



- Esto no es sólo un viejo pozo, Duke – le dijo Maxine.
- Eso no importa, en tanto su agua sea buena para beber.
- Oh, sí, es mucho más que buena.
- ¿Qué quieres decir con eso de que es mucho más que buena? – preguntó Duke, sacando el cubo y llenando una taza de metal que había sujeta a él.
- Bebe un poco, lo comprobarás por ti mismo – respondió.
Aquel líquido parecía agua normal, y sabía como agua normal. Pero, después de dar unos cuantos sorbos, Duke comenzó a sentirse un tanto extraño. Miró dentro de la taza.
- ¡Eh! ¿Qué es esto?
- ¿Cómo te sientes? – preguntó Maxine, controlando la emoción.
- Relajado, pero de una forma divertida. Dime la verdad, Max. ¿Hay alguna clase de jugo en esto?
- No, sólo agua del Pozo Obueno. De verdad.
- ¿Y eso qué es?
- Te daré una pista – dijo ella guiñándole un ojo.
- De acuerdo, pero ten cuidado. La última pista que me diste casi me deja calvo.
Y efectivamente, Maxine levantó el vuelo y, con el pico, volvió a tirarle del cabello a Duke.
Duke empezó a quejarse pero, luego, cambió de opinión. “Oh, bueno, pensó, ya está Max haciendo de las suyas otra vez, enseñándome las cosas a su manera. Pero, ¿qué es lo que de verdad importa? No creo que me vaya a arrancar muchos cabellos. Y, si me los arrancara, tampoco me iba a quedar calvo. Son sólo unos pocos cabellos.”
Asombrado por su propia reacción, dijo en voz alta:
- ¡No me lo puedo creer! ¿Qué está pasando?
Maxine dio un brinco en el aire, abrió las alas y gritó:
- ¡Sorpresa! ¡El agua del Pozo Obueno es una herramienta de héroe! Te ayuda a decir “Oh bueno” a cosas ante las cuales NO resulta fácil decir “ Oh, bueno”. Funciona muy bien con los pensamientos retorcidos.
- ¡Una herramienta de héroe! Pozo Obueno…. ¿es así?
- Sí, nada complicado. Simplemente, oh bueno.
Cuando las cosas no van del modo que a ti te gustaría y tú sabes que no puedes cambiarlas, el agua del Pozo Obueno te ayuda a decirte a ti mismo: “Oh, bueno. Las cosas no son así a veces. No puedo hacer nada al respecto”. Hace más fácil el aceptarlo y seguir adelante. ¿No es maravilloso?
- Lo sería si funcionara realmente con cosas difíciles, como esos pensamientos tercos con los que aún tengo problemas.
- Adelante. Toma otro sorbo y ponla a prueba.
Y así lo hizo Duke. Y, de algún modo, el agua del Pozo Obueno pareció arrastrar y llevarse todos los pensamientos tercos que cruzaban por su cabeza.
- ¡Es sorprendente! ¿No se os ha ocurrido vender esto?
Maxine sonrió.
- Todos los que lo prueban dicen lo mismo, pero así no funciona. Es para las personas que emprenden este viaje. ¿Por qué no llenas de agua tu cantimplora, para que puedas disponer de ella más tarde? Te ayudará en lo que queda de camino en este país, para que no vuelvas a transgredir la Ley otra vez.
- ¿Acaso sabes algo que yo no sé? ¿Qué va a suceder? Y, por favor, Max, no me digas que lo averiguaré a su debido tiempo, o que ya lo veré.
- De acuerdo, no lo haré – dijo ella, simulando que se cerraba la boca con una cremallera.
Duke tomó otro sorbo de agua del Pozo Obueno y se encogió de hombros.
- Oh, bueno – dijo con un tono melodioso -. Quizás sea mejor que no sepa lo que viene después. Será lo que será, será. Mmmm, ése sería un buen título para una canción.
Veamos, necesito una melodía.
Duke canturreó unos cuantos compases.
- ¡Eh! – dijo con la taza en la mano -. ¡Este brebaje me está ganando de verdad! Estoy componiendo canciones, como Doc. ¿Qué tiene el agua de este pozo para que funcione así?
- Es un misterio – respondió Maxine abriendo los ojos -.
Un misterio mágico.
Duke se encogió de hombros otra vez.
- Oh, bueno, no tengo por qué saberlo.
Abrió la cartera y sacó la cantimplora; y, después de llenarla de agua, la devolvió a la cartera, para después reiniciar la marcha por el sendero.

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