viernes, 26 de septiembre de 2025

 Del libro: “¡Con golpes NO! De Martha Alicia Chávez





                                                     Ejercicio 3. Abrazo reconciliador


Consigue un muñeco o una muñeca, según sea el caso, que te recuerde a ti cuando eras niño, ya

sea que busques y compres alguno con características físicas que se parezca a ti, o que tengas uno

que sea significativo por algún valor emocional que tú le des, es muy importante que sea tuyo.

Diariamente tómalo en tus brazos y repítele frases amorosas como:

 Eres especial para mí

 Ahora yo estoy contigo

 Yo te enseñaré a confiar en ti

 Nunca te abandonaré, pase lo que pase

 Te amo incondicionalmente

 Gracias por los aprendizajes que me das

 Ahora estás seguro, pues yo te cuido

Agrega las frases o las palabras que quieras decirle a tu niño; incluso puedes realizar

actividades con tu muñeco o tenerlo en un lugar especial que te recuerde, cada vez que lo

mires, que hay una parte de ti que espera que lo escuches y que lo atiendas. Habrá veces que

te pida hacer algo como jugar en el parque y subirte a un columpio; será tu decisión si te das

permiso o no. La vida es un instante para preocuparnos tanto por el qué dirán.

Al principio puede ser difícil, e incluso puedes pensar que la idea de trabajar con un muñeco

resulta ridículo o inapropiado, pero cuando te permitas hacerlo comenzarás a notar los

cambios en ti. Ésta es justamente la manera de hacerte cargo de tu presente y dejar de ser

una víctima de tu pasado.

… Después de que hemos hecho contacto con nuestro niño interior, es importante

mantenernos cerca: consolarlo cuando está triste, darle confianza cuando la pierde y

seguridad cuando tiene miedo, etcétera. Generalmente, los sentimientos como enojo, miedo,

inseguridad, angustia, tristeza, soledad, vienen de nuestro niño interior. Al experimentarlos

podemos hablarle y consolarlo con frases como las siguientes:

 Aquí estoy contigo

 No te preocupes, yo me haré cargo de resolver esto, ya soy un adulto, y si no puedo

hacerlo, buscaré ayuda.

 Te veo, te escucho, aquí estoy

 Sé que te sientes triste, ¿qué necesitas?


… Si no hemos sanado a nuestro niño interior, cuando somos adultos - sin importar la edad-

vivimos la vida filtrada a través del dolor, el enojo y la frustración de la infancia, la cual

contamina todas nuestras vivencias y relaciones adultas. El resultado de sanar a nuestro niño

interior herido es la paz y la posibilidad de rescatar las maravillosas cualidades de los niños

sanos: curiosidad, alegría, confianza, creatividad y enorme entusiasmo por la vida.


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