Del libro: “¡Con golpes NO! De Martha Alicia Chávez
Ejercicio 3. Abrazo reconciliador
Consigue un muñeco o una muñeca, según sea el caso, que te recuerde a ti cuando eras niño, ya
sea que busques y compres alguno con características físicas que se parezca a ti, o que tengas uno
que sea significativo por algún valor emocional que tú le des, es muy importante que sea tuyo.
Diariamente tómalo en tus brazos y repítele frases amorosas como:
Eres especial para mí
Ahora yo estoy contigo
Yo te enseñaré a confiar en ti
Nunca te abandonaré, pase lo que pase
Te amo incondicionalmente
Gracias por los aprendizajes que me das
Ahora estás seguro, pues yo te cuido
Agrega las frases o las palabras que quieras decirle a tu niño; incluso puedes realizar
actividades con tu muñeco o tenerlo en un lugar especial que te recuerde, cada vez que lo
mires, que hay una parte de ti que espera que lo escuches y que lo atiendas. Habrá veces que
te pida hacer algo como jugar en el parque y subirte a un columpio; será tu decisión si te das
permiso o no. La vida es un instante para preocuparnos tanto por el qué dirán.
Al principio puede ser difícil, e incluso puedes pensar que la idea de trabajar con un muñeco
resulta ridículo o inapropiado, pero cuando te permitas hacerlo comenzarás a notar los
cambios en ti. Ésta es justamente la manera de hacerte cargo de tu presente y dejar de ser
una víctima de tu pasado.
… Después de que hemos hecho contacto con nuestro niño interior, es importante
mantenernos cerca: consolarlo cuando está triste, darle confianza cuando la pierde y
seguridad cuando tiene miedo, etcétera. Generalmente, los sentimientos como enojo, miedo,
inseguridad, angustia, tristeza, soledad, vienen de nuestro niño interior. Al experimentarlos
podemos hablarle y consolarlo con frases como las siguientes:
Aquí estoy contigo
No te preocupes, yo me haré cargo de resolver esto, ya soy un adulto, y si no puedo
hacerlo, buscaré ayuda.
Te veo, te escucho, aquí estoy
Sé que te sientes triste, ¿qué necesitas?
… Si no hemos sanado a nuestro niño interior, cuando somos adultos - sin importar la edad-
vivimos la vida filtrada a través del dolor, el enojo y la frustración de la infancia, la cual
contamina todas nuestras vivencias y relaciones adultas. El resultado de sanar a nuestro niño
interior herido es la paz y la posibilidad de rescatar las maravillosas cualidades de los niños
sanos: curiosidad, alegría, confianza, creatividad y enorme entusiasmo por la vida.
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