viernes, 26 de septiembre de 2025

 

Del libro “El camino de la sabiduría” de Jorge Bucay

 

LA VIDA ENSEÑA

 



En un tren se encuentran sentados, uno frente a otro, un afamado biólogo, premiado internacionalmente, y un casi analfabeto campesino del lugar. El primero, con un impecable y formal traje gris oscuro; el otro, con unos gastados pero limpios calzones de campo. Rodeado de libros, el científico. Con un pequeño hatillo de ropa, el lugareño.

— ¿Va a leer todos esos libros en este viaje? — pregunta el campesino.

      No, pero jamás viajo sin ellos — contesta el biólogo.

      ¿Y cuándo los va a leer?

      Ya los he leído… Y más de una vez.

      ¿Y no se acuerda?

      Me acuerdo de éstos y de muchos más…

      Qué barbaridad… ¿Y de qué tratan los libros?

      De animales…

      Qué suerte deben de tener sus vecinos, tener un veterinario cerca…

      No soy veterinario, soy biólogo.

      ¡Ah…! ¿Y para qué sirve todo lo que sabe si no cura a los animales?

      Para saber más y más… Para saber más que nadie.

      ¿Y eso para qué le sirve?

      Mira… Déjame que te lo muestre y, de paso, quizá, haga un poco más productivo este viaje. Supongamos que tú y yo hacemos una apuesta. Supongamos que por cada pregunta que yo te haga sobre animales y tú no sepas contestar, me dieras, digamos, un peso. Y supongamos que por cada pregunta que tú me hagas y sea yo el que no sabe contestar, te diera cien pesos… A pesar de lo desigual de la retribución económica, mi saber inclinaría la balanza a mi favor y al final del viaje yo habría ganado un poco de dinero.

El campesino piensa y piensa… Hace cuentas en la mente ayudándose con los dedos. Finalmente dice:

      ¿Está seguro?

      Convencido — contesta el biólogo.

El hombre de los calzones mete la mano en su bolsillo y busca una moneda de un peso (el campesino nunca apuesta si no tiene con qué pagar).

      ¿Yo primero? — dice el campesino.

      ¿Sobre animales?

      Sobre animales…

      A ver… ¿Cuál es el animal que tiene plumas, no pone huevos, al nacer tiene dos cabezas, se alimenta exclusivamente de hojas verdes y muere cuando le cortan la cola?

      ¿Cómo? — pregunta el científico.

      Digo que cuál es el nombre del bicho que tiene plumas, no pone huevos, nace con dos cabezas, come hojas verdes y muere si le cortan la cola.

El científico se sorprende y hace un gesto de reflexión. En silencio, enseguida se pone a buscar en su memoria la respuesta correcta…Pasan los minutos. Entonces se atreve a preguntar:

      ¿Puedo usar mis libros?

      ¡Claro! — contesta el campesino.

El hombre de ciencia empieza a abrir varios volúmenes sobre el asiento, busca en los índices, mira las ilustraciones, saca un papel y toma algunos apuntes. Luego baja del portaequipajes una maleta enorme y saca de ella tres gruesos y pesados libros que también consulta. Pasa un par de horas y el biólogo sigue revisando páginas y mirando y musitando mientras apunta extraños gráficos en su libreta.

El altavoz anuncia finalmente que el tren está entrando en la estación de destino. El biólogo acelera su búsqueda, transpirando un poco agitado, pero no tiene éxito. Cuando el tren aminora la marcha, el científico mete la mano en el bolsillo y saca un flamante billete de cien pesos y se lo entrega al campesino diciéndole:

      Usted ha ganado… Sírvase.

El campesino se pone de pie y, agarrando el billete, lo mira contento y lo guarda en su bolsillo.

      Muchas gracias — le dice. Y tomando su hatillo, se dispone a partir.

      Espere, espere — lo detiene el biólogo —, ¿Cuál es ese animal?

      Ah… Yo tampoco lo sé… — dice el campesino. Y, metiendo la mano en el bolsillo, saca una moneda de un peso y se la da al científico diciendo:

      Aquí tiene un peso. Ha sido todo un placer conocerlo, señor…

 

NO SIEMPRE EL MÁS LEÍDO ES EL QUE MÁS SABE,

NO SIEMPRE EL MÁS INSTRUIDO ES EL MÁS CULTO,

NO SIEMPRE EL QUE TIENE MÁS INFORMACIÓN

ES EL QUE LLEVA LAS DE GANAR,

TAMBIÉN LA VIDA ENSEÑA… Y MUCHO.

 

 

 Del libro: “¡Con golpes NO! De Martha Alicia Chávez





                                                     Ejercicio 3. Abrazo reconciliador


Consigue un muñeco o una muñeca, según sea el caso, que te recuerde a ti cuando eras niño, ya

sea que busques y compres alguno con características físicas que se parezca a ti, o que tengas uno

que sea significativo por algún valor emocional que tú le des, es muy importante que sea tuyo.

Diariamente tómalo en tus brazos y repítele frases amorosas como:

 Eres especial para mí

 Ahora yo estoy contigo

 Yo te enseñaré a confiar en ti

 Nunca te abandonaré, pase lo que pase

 Te amo incondicionalmente

 Gracias por los aprendizajes que me das

 Ahora estás seguro, pues yo te cuido

Agrega las frases o las palabras que quieras decirle a tu niño; incluso puedes realizar

actividades con tu muñeco o tenerlo en un lugar especial que te recuerde, cada vez que lo

mires, que hay una parte de ti que espera que lo escuches y que lo atiendas. Habrá veces que

te pida hacer algo como jugar en el parque y subirte a un columpio; será tu decisión si te das

permiso o no. La vida es un instante para preocuparnos tanto por el qué dirán.

Al principio puede ser difícil, e incluso puedes pensar que la idea de trabajar con un muñeco

resulta ridículo o inapropiado, pero cuando te permitas hacerlo comenzarás a notar los

cambios en ti. Ésta es justamente la manera de hacerte cargo de tu presente y dejar de ser

una víctima de tu pasado.

… Después de que hemos hecho contacto con nuestro niño interior, es importante

mantenernos cerca: consolarlo cuando está triste, darle confianza cuando la pierde y

seguridad cuando tiene miedo, etcétera. Generalmente, los sentimientos como enojo, miedo,

inseguridad, angustia, tristeza, soledad, vienen de nuestro niño interior. Al experimentarlos

podemos hablarle y consolarlo con frases como las siguientes:

 Aquí estoy contigo

 No te preocupes, yo me haré cargo de resolver esto, ya soy un adulto, y si no puedo

hacerlo, buscaré ayuda.

 Te veo, te escucho, aquí estoy

 Sé que te sientes triste, ¿qué necesitas?


… Si no hemos sanado a nuestro niño interior, cuando somos adultos - sin importar la edad-

vivimos la vida filtrada a través del dolor, el enojo y la frustración de la infancia, la cual

contamina todas nuestras vivencias y relaciones adultas. El resultado de sanar a nuestro niño

interior herido es la paz y la posibilidad de rescatar las maravillosas cualidades de los niños

sanos: curiosidad, alegría, confianza, creatividad y enorme entusiasmo por la vida.


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sábado, 13 de septiembre de 2025

 

Del libro “La Ausencia. Cuando un ser querido se va” de Patricia Ibarra

 

 

LA VIDA ES BELLA A PESAR DE TODO

 


 

ü Sueña lo que desees soñar, ve a donde desees ir, lo que desees ser; porque solamente tienes una vida y una oportunidad para hacer las cosas que quieres.

 

ü Ten la suficiente felicidad para hacerte dulce; los suficientes tropiezos para hacerte fuerte; la suficiente tristeza para hacerte humano y la suficiente esperanza para ser feliz.

 

ü Siempre ponte en los zapatos de otras personas; si sientes que algo te duele, probablemente les dolerá a esas personas también.

 

ü La felicidad existe para aquellos que lloran, para aquellos que sienten dolor, para aquellos que han buscado, para aquellos que han tropezado; porque solamente ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas.

 

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