Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano
ENFRÉNTALA CON ASERTIVIDAD
Decir lo que siento, pero a la persona correcta, de la
manera correcta, en el momento correcto y en el lugar correcto.
Di lo que sientes sin perder la calma, utilizando más el “yo”
en lugar del “tú”. Es que yo
sentí, yo percibí, mira, yo me molesté… En lugar de tú
dijiste, tú insinuaste, cuando usas mucho el “tú”,
la asertividad se pierde y la armonía también.
Hace tiempo leí que se pueden utilizar también en este tipo
de discusiones las siguientes frases: “Yo siento…” “Cuando tú…” “Me
gustaría…”
Si por alguna razón sientes que la persona que amas no te
dedica el tiempo que necesitas o crees merecer, la reacción inmediata y común
es el reclamo, el enojo, o inclusive la ruptura.
El hombre disfruta de la compañía de sus amigos, dedica mas
tiempo a ellos que a ti y eso te tiene sumamente irritada. Los pleitos son
constantes y nunca se llegan a acuerdos, sólo reclamos y conflictos. Si
utilizas estas tres frases podrías evitarte muchos problemas:
“Yo siento que últimamente no te importo como antes. Yo
siento que no valoras la importancia de dedicarnos tiempo para nosotros.”
“Cuando tú me llamas para decirme que te vas con tus
amigos aun cuando ya teníamos un compromiso para vernos, me siento muy
mal. Me siento poco valorada y poco importante en tu vida.”
Me gustaría que me dijeras qué podemos hacer. En qué
estoy fallando para que nuestra relación se esté enfriando. Me gustaría que
llegáramos a un acuerdo y evitar esta incertidumbre que sinceramente me está
dañando mucho.”
No utilizar técnicas asertivas hace que los conflictos se
hagan presentes una y otra vez; y, en lugar de una discusión, las palabras
toman tinte de pelea. También nos falta asertividad cuando buscamos en el
pasado circunstancias que nos molestaron de la persona en cuestión, y entonces
sacamos a relucir situaciones que ya estaban sepultadas en el pasado, e incluso
que habíamos perdonado, pero con el fin de ganar esta discusión cobran vida.
Otra recomendación muy practica es la regla de
más-menos-más, fundamental cuando se trata de corregir sin hacer
sentir mal a alguien que se equivoca. Durante el proceso de la corrección,
primero dile algo positivo, posteriormente dile donde estuvo el error
y, por último, dile nuevamente algo positivo. Un ejemplo es esta
situación:
Llega el hijo con calificación reprobada. La primera reacción puede ser de enojo y
reclamo por parte de los padres, y lo único que ocasionamos con esto es
frustración en ambas partes.
Si utilizamos la regla más-menos-más, la corrección
puede ser de la siguiente forma:
Más: me
extraña que tú hayas reprobado, ya que me consta tu inteligencia. Sé y admiro
tu capacidad y por eso me extraña tanto.
Menos:
me entristece que siendo tu responsabilidad más grande estudiar, no le
dediques el tiempo y las ganas necesarias.
Más: pero estoy seguro de que esto no sucederá más
porque tú sabes lo importante que es para ti terminar tus estudios, y sé que
puedes con esto y con más. Además, ¡me extraña que siendo mi hijo, que teniendo
mi sangre repruebes! (bueno eso ya es
exagerar, pero se aplica).