¿Cómo aprendiste a ver la muerte? Autora:
Alicia Campos Vera
Analiza como has aprendido a ver la muerte, desde tu
infancia. ¿Qué te dijeron tus familiares y amigos sobre la muerte? ¿Qué
películas te impactaron sobre el tema de la muerte? ¿Cómo fue tu primera
pérdida significativa?
Recuerdo la historia de un anciano gravemente enfermo que no
quería morir, porque su creencia era que si moría se iría al infierno, pues
de joven había hecho muchas cosas malas.
También hay gente que cree que deben guardar luto o vivir tristes casi
de por vida, porque en las películas de antes así se veía. Hay varias películas
mexicanas donde a gritos expresan “si te mueres, me mato”, o “si tu te
mueres, ya no tiene caso vivir”, o “la vida sin ti, no es vida”. Por
mencionar algunas. Que diferente sería que en las películas dijeran “honraré
tu memoria viviendo intensamente”, o “me duele tu partida, pero te
quedas en mi corazón y me darás fuerza para volver a ser feliz”, o “ya
no te tengo físicamente conmigo, pero tu recuerdo no muere”, etc.
En otras culturas como la hindú y la islámica, la muerte
no se ve como una tragedia sino como un proceso natural, donde al morir el
cuerpo físico deja de existir, pero el alma sigue un nuevo camino. Por lo
tanto, ellos celebran la muerte y se quedan con los gratos recuerdos y
enseñanzas del ser querido. Esto hace que su proceso de duelo sea breve y
puedan encontrar paz.
El miedo a morir, por ejemplo, en muchos casos se debe a
experiencias muy desagradables a temprana edad, ya sea porque presenciaron una
muerte violenta, porque la madre casi enloqueció cuando murió el padre, porque
le tocó auxiliar en los cuidados de un familiar moribundo, o por una
experiencia traumática en una alberca, etc. Sin embargo, nadie, absolutamente
nadie nos puede asegurar como se siente morir, pero muchos podemos explicar
a detalle como se siente vivir, y vivir intensamente.
Otra creencia que dificulta la aceptación y resolución de un
duelo por muerte de un hijo joven, es que se cree que por ley general primero
deben morir los abuelos, luego los padres y después los hijos, pero la realidad
es que nuestra “línea de vida” o “fecha de expiración” nadie la sabe, y puede
ocurrir cuando menos lo esperemos. Cuando me preguntan, ¿por qué aun sabiendo
que todos vamos a morir algún día, nos cuesta tanto trabajo aceptarlo?, les
digo que se debe a que por más que escuchamos la frase “vive hoy como si
fuera el ultimo día”, en realidad no lo hacemos.
Hay quienes aprendieron a negar la muerte, creyendo que al
negarla no existe, o se evita. Un ejemplo es la expresión “no voy a hacer
testamento, porque estaría invocando a la muerte”, o “llamaron para
ofrecer paquetes funerarios y les colgué, ¡yo no pienso morirme!”. Sin embargo, hablar de muerte te invita a
hablar de vida. Ayuda a visualizar que estás haciendo hoy para vivir
(los años que tengas que vivir), de forma sana, autosuficiente e independiente.
Ayuda a tener siempre tus documentos en orden y tu última voluntad por escrito,
solo por si acaso. Hasta pudiera ser un motivador, para viajar, darte algunos
lujos, atreverte a completar proyectos o ideas y hasta ir cerrando ciclos, para
no dejar asuntos pendientes.
En el otro extremo, están los que ven a la muerte como algo
maravilloso, un paso a la gloria, a donde no hay dolor, a un lugar mejor, y
entonces, ante una situación agobiante o dolorosa piensan en acabar con su
vida. La verdad es que no es necesario morir, para vivir una buena vida.
En conclusión: La forma en que aprendiste a ver la
muerte, puede facilitar o dificultar tus procesos de duelo, y hasta tu propia
muerte. Si la forma en que aprendiste te impide hablar de ella, o genera
sentimientos desagradables, cámbiala por la aceptación de ésta como
parte de la vida, y como un recordatorio de que debemos vivir, apreciar
lo que tenemos, disfrutar el tiempo con nuestros seres queridos, aprender a
despedirnos y a dejar la mejor huella posible en este mundo a cada
paso que damos.
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