jueves, 19 de diciembre de 2024

¿Cómo se viven las fechas especiales sin tu ser querido? Autora: Alicia Campos Vera

 

Fechas especiales   Autora: Alicia Campos Vera

 

  ¿Cómo se viven las fechas especiales sin tu ser querido?

 



No hay una sola respuesta, pues va a depender de que tan reciente es la pérdida, las condiciones de su muerte, el tiempo o años compartidos, el vínculo afectivo (apego), las herramientas con que cuenta la persona en duelo, etc. Sin embargo, aquí comparto algunos puntos a considerar, para quien ha sufrido la muerte de un ser querido.

Si tu pérdida es muy reciente y no tienes ánimo de festejar, ¡no lo hagas! y pídele a tus familiares, amistades y conocidos, que respeten tu decisión, solo en lo que procesas tu duelo. Ahora bien, NO es recomendable aislarse, por lo que te sugiero busques la compañía de alguien que quiera estar contigo, en un ambiente tranquilo (de preferencia que no sea en la casa que te trae recuerdos tristes), tal vez en un templo, o en casa de un amigo (a) jugando juegos de mesa, o con una familia donde más que fiesta solo sea una cena y conversación agradable, etc.

Si tu pérdida tiene ya más de un año y sigues sin ánimo de celebrar, yo te diría que te esfuerces por participar en algunos eventos, tratando de actuar como a tu ser querido le gustaría verte, pues es una forma de honrar su memoria. Si te cuesta mucho trabajo, hazlo de forma gradual, y si por más que intentas no logras ni siquiera salir de casa, entonces busca ayuda tanatológica para trabajar tu duelo.

Recuerda que la muerte de tu ser querido NO define la historia de vida que tuvieron juntos.  Dicho de otra forma, no te enfoques solamente en lo triste de su deceso y lo doloroso de su ausencia, también recuerda su alegría contagiosa en las festividades, sus consejos y ayuda para que fueras feliz, su apoyo incondicional para que alcanzaras tus metas, los obsequios que te daba, las comidas que preparaba, sus ocurrencias, y todo lo que te hacía feliz.  Una vez que sumes todo lo bueno que vivieron juntos, entonces decídete a continuar siendo feliz, por ti y por él / ella.

En conclusión, trabaja tus duelos lo más pronto posible, para que puedas celebrar con alegría las fechas especiales y reflexiona sobre lo siguiente: La muerte NO nos roba a los seres amados, los inmortaliza en el recuerdo.

 


jueves, 12 de diciembre de 2024

Del libro “Los diez mandamientos del ÉXITO” de Abel Quiñónez - Trabajar en lo que amo

 

Del libro “Los diez mandamientos del ÉXITO” de Abel Quiñónez

 

LOS DIES MANDAMIENTOS DEL ÉXITO

1

Visión

6

Administra tu tiempo

2

Enfócate

7

Arriésgate

3

Autodisciplina

8

Persistencia

4

Fijar Metas

9

Gana siempre

5

Invierte en ti

10

Haz lo que amas

 



En una de mis conferencias, un joven profesionista levantó su mano con mucha insistencia. Las asistentes lo controlaban sólo por unos instantes, pues su temperamento hiperactivo lo llevaba al extremo, en su afán por externar sus inquietudes. Cuando llegó el momento de hacer preguntas, él fue el primero:

– Maestro, me titulé como ingeniero, luego hice una maestría para tener mejores oportunidades; me especialicé en edificios modernos con la más alta tecnología; sin embargo, estoy trabajando en un Burger King; no me han dado la oportunidad que yo he esperado, siempre me dicen que debo tener experiencia. ¿Qué consejo me da para trabajar en lo que yo amo?

–¿Realmente amas la ingeniería? – pregunté

– Sí, señor.

Se notaban en su rostro la melancolía, la importancia y la frustración.

– Entonces ve a una constructora y ofrece tus servicios como voluntario; cuando exista una vacante, serás el primero en quien se fije la empresa.

– ¿Y si no es en el puesto que quiero?

– Entonces, solicita de conserje, juntando la basura, como asistente, de lo que sea.  Fíltrate, métete, siéntete parte de una empresa en la que puedas tener la oportunidad para hacer lo que amas.

Unos meses después, el chico me llamó para darme las gracias; había empezado como asistente de un arquitecto y muy pronto lo ascendieron, como lo había querido.

 

SIEMPRE HAY QUE SACRIFICAR ALGO PARA OBTENER LO QUE MÁS AMAS.

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jueves, 5 de diciembre de 2024

Del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé - Emociones y salud

 

 

Del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé

 

LAS EMOCIONES Y SU REPERCUSION EN LA SALUD

 



                Algunas molestias pueden ser debidas a malas costumbres como la alimentación, la mala higiene del sueño, un exceso de sedentarismo o incorrectas posturas del cuerpo.  Si somos capaces de hacer un buen examen de nuestra vida, con honestidad, sin buscar una perfección que aporte más angustia que paz, estaremos en el buen camino. Hay que permitirse un rato para analizar nuestra vida, considerar lo que estamos logrando: nuestros objetivos y metas. Observar y sentir físicamente nuestro cuerpo, averiguar si nos está mandando alguna señal y vislumbrar cuales pueden ser las causas. A veces la ayuda de un profesional, un médico o una persona que conozca el cuerpo y su conexión con la mente puede resultar un buen apoyo.

                La ciencia nos ha ido mostrando ejemplos claros de enfermedades relacionadas con la emoción. En dermatología se ha documentado que ciertas enfermedades cutáneas prevalecen en pacientes que experimentan resentimiento, frustración, ansiedad o culpa.  En cardiología se ha demostrado que los ataques cardiacos son más comunes en personas agresivas, competitivas o que han desarrollado una cronopatía. 

                En gastroenterología se ha observado una correlación entre emociones como la ansiedad – por un examen o una entrevista de trabajo, por ejemplo – y las dolencias intestinales o estomacales como las ulceras pépticas.  Pero, sin duda, es en la oncología donde se está profundizando más la relación mente-cuerpo.

                El psicólogo clínico estadounidense Lawrence LeShan analizó las vidas de más de quinientos enfermos de cáncer y desveló una relación muy importante entre la depresión y la aparición del cáncer.  Muchas de las personas objeto de estudio se sentían vencidas por la ruptura de relaciones estrechas y habían tratado de reprimir esas emociones. Dichas emociones reprimidas alteraron su equilibrio neurohormonal y fueron contraproducentes para su respuesta inmunológica. Ampliaremos el tema oncológico más adelante.

 

EL CASO DE TOMÁS

Acude a mi consulta Tomás, de dieciséis años. Es el mayor de tres hermanos. Buen estudiante, su padre es arquitecto y su madre ama de casa. Lleva un año y medio con problemas de vista. Todo comenzó un día en clase, al darse cuenta de que veía borrosa la pizarra. Avisó a la profesora y por la tarde acudió a urgencias con su madre. Fue diagnosticado de espasmo acomodativo. Le pautaron unas gotas y la mandaron a casa. Estuvo un par de días algo mejor, pero un día, en medio de una clase, se dio cuenta de que no veía nada. Acudieron a otro especialista para solicitar una segunda opinión. Fue valorado, se le realizaron varias pruebas, pero persistía el empeoramiento. Cambiaba su grado de miopía en cada prueba y no tenían clara la causa.

Tras acudir a varios especialistas más – entre ellos varios neurólogos –, le fue realizado un escáner y una resonancia, pero los resultados fueron completamente normales, debido a lo cual fue derivado a psiquiatría. Cuando veo a Tomás en consulta, me sorprende lo tranquilo que se encuentra a pesar de que “no ve”.  La belle indifférence, que llamamos los psiquiatras. Él dice haberse acostumbrado a no ver y que no le preocupa. Realizamos entrevistas a los padres y descubrimos en la personalidad de Tomás unos rasgos perfeccionistas y rígidos muy marcados. Se exige mucho, no se permite un error, adelanta lo que le van a explicar en el colegio para ir más avanzado y busca saber siempre más, “ver” más allá de lo que le corresponde para su edad y madurez. Su cuerpo le frena en seco: deja de ver.  Estuvo en terapia varios meses, y trabajamos su manera de percibirse y de gestionar sus emociones. Poco a poco recuperó la vista y no ha vuelto a tener problemas al respecto.  

 Conocemos muchos casos de personas que dejan de hablar, de ver o incluso de caminar por causas emocionales. El cuerpo es sabio. Recuerdo en una de mis primeras guardias una mujer de treinta y ocho años que había dejado de caminar de golpe en el trabajo. Los traumatólogos y neurólogos descartaron patología orgánica. Fue derivada a psiquiatría y, tras varias sesiones y terapias, recuperó la movilidad de sus extremidades inferiores. Fue uno de los detonantes en mi ansia por profundizar en la relación mente-cuerpo.              

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