Del libro “Cómo
hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé
Cuando una mujer
está embarazada y pasea por la calle, puede pensar: “¡Qué cantidad de carritos
de bebé hay en mi barrio!”. En realidad no hay un boom de natalidad. Lo que ocurre es que su cerebro está más
“sensible” a ese dato. Si algo nos interesa, el cerebro hace lo posible por
localizarlo de entre todos los inputs
que recibe. Cuando buscamos pisos que se
alquilan, de golpe, nuestro cerebro ve carteles por doquier. Si estamos interesados en un modelo de coche
de pronto nos lo topamos en todos los semáforos… Probablemente muchos de esos
carteles o coches estaban ahí desde hace tiempo, pero no tenías la intención o
capacidad de verlos. Tu cabeza estaba en otros menesteres.
Si
ansías algo con fuerza, serás capaz de visualizarlo.
Ello no significa
que por el mero hecho de desear algo vaya a ocurrir al día siguiente. De lo que
se trata es de darle al cerebro objetivos e ilusiones para estar abiertos a
ellos si pasan a nuestro lado. El problema es que mucha gente desconoce lo que
“ansía”, incluso simplemente se deja llevar. A la mayor parte de las personas que no le suceden cosas interesantes,
en su vida es por una razón muy sencilla: no saben qué quieren que les
suceda.
Imagina,
piensa y sueña a lo grande; actúa en lo pequeño
Usa de forma sana
tu imaginación. Si deseas algo – con cierto realismo – de verdad y lo imaginas
con fuerza, puedes conseguirlo. Deja tu corazón volar, haz un plan de acción y
ejecútalo. El plan es fundamental: sin plan ni objetivos a corto plazo, las
cosas buenas no se logran. En palabras de Bernard Shaw, no pasa nada por hacer
castillos en el aire, siempre y cuando seas capaz de construir cimientos bajo
ellos. Usa tu imaginación. Sueña. Neurobiológicamente, suceden cosas
impresionantes en el cerebro cuando imaginas algo con fuerza y con
ilusión. Tu cerebro experimenta un
cambio, ya que induces un estado emocional que tiene la capacidad de modificar
el normal proceder de tus neuronas.
Uno
atrae lo que le va sucediendo en la vida.
Enfócate en lo
que deseas de verdad, usa tu pasión para ilusionarte en un proyecto grande – ¡o
pequeño! – pero que despierte lo más profundo de tu ser, y comenzaras a sentir
que algo sucede en tu interior. Ganas en seguridad, en confianza, en alegría…
Y, algo más sorprendente aún, tu cerebro cambia. Estados de ilusión mantenidos
a lo largo de unos días activan un proceso de neurogénesis: células madre
acuden al hipocampo – zona de memoria y aprendizaje – y se transforman en
neuronas. Conocemos pocas maneras de regenerar nuevas células neuronales, ¡la
pasión y la ilusión son una de ellas!
Todo
ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro (Santiago
Ramón y Cajal).
Tu mente y tu
cuerpo se transforman cuando perciben que algo bueno puede acontecer. No se
trata de obsesionarte con lograr un objetivo exacto – la vida no siempre te
lleva por donde tú quieres, – sino en conseguir un estado mental que te dirija
a sacar TMV – Tu Mejor Versión –. Recuerda que obcecarte con una meta puede
conllevar el efecto contrario, es decir, no visualizar alternativas
interesantes que surgen en tu vida porque únicamente estás enfocado en lograr
algo muy específico y concreto. A veces hay que tomar distancia, obtener una
versión más global y, quizá, apuntar hacia una meta distinta. En la vida recibimos constantemente “señales”
– cada uno puede denominarlas como más le convenga – para encontrar un camino
adecuado y poder entonces desarrollar nuestra mejor versión.
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