Del Libro “Conversando con MAYUYI” de Alicia Campos Vera
PÉRDIDAS DE
BIENES MATERIALES
Mayuyi estaba enterada del robo del auto, pero no había
tocado el tema esperando a que Elvira lo hiciera cuando estuviera lista. Fue un frío sábado por la mañana en que ambas
mujeres salieron al patio buscando el calor del sol cuando Elvira le contó
brevemente lo acontecido. Su rentera escuchó con atención, sin juzgarla ni
culparla; luego simplemente le habló del proceso de duelo.
- La etapa
de la negación debió manifestarse al no encontrar tu auto en el
lugar donde lo dejaste. Primero, surge
la duda: “¿En dónde lo estacioné?, ¡debió ser aquí!”, y en tu mente repasas el
momento del arribo, la dirección y los pasos que caminaste hacia el centro
comercial y qué locales te quedaban al paso. Cuando empiezas a tener certeza de
que estás en el lugar correcto, te entra el temor de que te hayan robado la
unidad y surge el miedo de que sea real, por eso lo niegas y sigues analizando
dónde pudiste haberlo estacionado.
Elvira había estado muy atenta a cada palabra, y su rostro
dibujaba asombro total, parecía como si Mayuyi hubiera vivido exactamente lo
mismo que ella.
- Cuando reconoces que el auto fue robado y por eso no está
donde lo dejaste, aparece la etapa de la ira. Te
da coraje por no haberlo estacionado en un lugar seguro, por no haber guardado
los regalos en un lugar menos vistoso, por la delincuencia en tu ciudad o país,
y hasta por haber hecho esa última escala para comprarte el vestido.
- Sí, sí, tiene razón en todo – contestó Elvira de
inmediato, sorprendida de no recibir crítica alguna y, sobre todo, por la
precisión de lo que sintió.
Apenas iba a preguntarle si ya le había ocurrido lo mismo,
pero Mayuyi no dejó espacio suficiente y continuó diciendo:
- Y supongo que ese enojo lo descargaste en quienes tuvieron
contacto contigo en ese momento, como las autoridades cuando reportaste el
robo, con tu esposo cuando le contaste lo ocurrido y, tal vez, hasta con tus
hijos cuando llegaste a casa.
- También en eso tienen razón, Mayuyi. Le grité a mi marido cuando preguntaba y
preguntaba con asombro cómo habían ocurrido las cosas, y confieso que hasta a
las autoridades donde presenté la denuncia les llegué a levantar la voz e hice
comentarios ofensivos acerca de la pobre vigilancia y muchas cosas más;
tuvieron que pedirme que me calmara. A usted sí le puedo decir con honestidad
que me irritaba sobremanera que mis hijos preguntaran sobre lo que había pasado
y cuestionaran lo que íbamos a hacer para desplazarnos a la escuela y sus
actividades sin auto. Creo que la ira
nos ciega y podemos hacer y decir cosas de las que después nos arrepentimos.
- Te debes dar permiso para sentir enojo, tristeza, dolor,
impotencia, inseguridad y todo lo derivado de la pérdida de un bien
material. Estamos hablando de un artículo
costoso, tal vez con valor sentimental y en la actualidad ya es considerado
como artículo de primera necesidad para tu día a día, pero al sacar ese enojo
se debe hacer sin lastimarte ni lastimar a los demás.
Elvira experimentó una sensación de alivio al ver que su
vecina no la culpaba, por el contrario, la entendía perfectamente y justificaba
su enojo, pero le quedaba una gran interrogante: ¿cómo enojarse sin lastimar
a nadie? Cuando Mayuyi le compartió
las opciones para liberar el sentimiento de enojo de una forma saludable, como gritar
en la playa, escribir lo que le causaba enojo con todo el sentimiento que
tuviera al hacerlo, hacer ejercicio extenuante recordando el suceso o bien
haciendo ejercicios de respiración, meditación o yoga que le permitieran tener
paz, ninguno le pareció adecuado, pero, en caso de necesitarlo, sabía
que escogería un espacio en la playa para ver si funcionaba, eso era algo que
ya había visto en algunas películas.
- Después del enojo puede aparecer la etapa de la negociación
o pacto, donde tal vez pensaste cosas como “prometo ser más precavida la
próxima vez, pero que, por favor, encuentre mi auto, aunque sea sin llantas,
pero que lo encuentre”, o algo parecido.
- No solo rogaba por encontrar mi auto, sino también por
recuperar todos los regalos que había comprado pensando en cada uno de los
muchachos y mi esposo. Y sí hice un
pacto, ofrecía estacionar mi auto en lugares seguros y, definitivamente, cuidar
de no dejar nada a la vista con tal de recuperar todo.
- Algunas veces esa etapa pasa desapercibida o no sucede,
pero la que sigue es la más difícil, es la etapa del dolor y la depresión. En esta fase, el mismo organismo reacciona de
forma muy sabia con el llanto, con desgano, incluso se puede perder el apetito,
tener dificultad para concentrarse y para dormir. Además, surgen las preguntas del “¿por qué?”:
“¿por qué me ocurrió a mí y no a otra persona?”, “¿por qué no hay suficiente
vigilancia?” O, en su defecto, ¿por qué hay tantos ladrones? Y también surgen los
“debí” y el “sin tan solo hubiera”. Por ejemplo: “debí ocultar los obsequios”,
“si tan solo hubiera estacionado el auto dentro del centro comercial” o “si no
me hubiese tardado tanto en la compra del vestido”, pero todo eso no tiene
respuesta. De hecho, algunos cuestionamientos que nos hacemos son por el sentimiento
de culpa.
- Todavía sigo creyendo que fue un gran error hacer esa
última escala para comprar mi vestido.
- Esa es una forma de verlo, pero las cosas van a pasar
cuando tengan que ocurrir.
- Gracias por no decirme como todos que fue mi culpa.
- Cuando perdemos algo – continuó Mayuyi con esa calma y
claridad que le caracterizaba al exponer sus conocimientos y opiniones –,
normalmente buscamos culpables, a los ladrones, a las autoridades, a los
médicos en casos de pérdidas de salud, a la pareja en caso de divorcio, a los
jefes cuando hay despidos laborales, a la vida, a Dios, etc. Culpar a los demás
nos da la sensación de quitarnos un gran peso de encima y sentirnos mejor. Por
el contrario, al aceptar la culpa nos da el peso de la responsabilidad y pago
de consecuencias. En el caso de la pérdida de tu auto, ese día y en ese momento
creíste que el lugar era seguro y que no era necesario ocultar los regalos, o
definitivamente, ni cuenta te diste que estaban a la vista de quien pasara por
un lado de tu auto, así que ¿dónde está la culpa? Tú te sentiste culpable
momentos después porque tu auto había desaparecido o cuando tu familia empezó a
culparte, pero vuelvo a repetir, cuando fuiste por tu vestido no había culpa y
no debe existir después.
- Viéndolo de ese modo ya me siento mejor, aunque el coraje
todavía no se me quita.
- Está bien, tómate tu tiempo en gestionarlo – respondió con
una sonrisa y dando una suave palmada a su inquilina; luego hizo una breve
pausa danto tiempo a la reflexión y continuó diciendo – Hay otro factor
importante que puede contribuir a que una pérdida sea dolorosa, y es la expectativa.
Nuestra expectativa es siempre estar a salvo. Creo que nadie espera ser
asaltado y cuando eso pasa nos duele. Todos esperamos vivir con seguridad y
quisiéramos que las autoridades siempre estuvieran a nuestro lado para evitar
el robo o para atrapar al ladón antes de que se lleve tus pertenencias y, si
eso no ocurre, hay sentimientos de coraje, tristeza, impotencia y muchos otros.
“Otra razón por la que duele perder un bien material es por
el valor que tiene, tanto monetario como emocional. En mi experiencia,
perder un auto de la manera que sea es muy doloroso porque forma parte de tu
vida diaria, porque tal vez te tuviste que limitar de algunas cosas para
poderlo pagar, porque es parte de la historia familiar al haber tenido paseos y
viajes inolvidables, o porque fue un regalo, o porque perteneció a alguien que
ya no está contigo, y por muchas otras razones. Por eso es que duele al grado
de llorar cuando nos quedamos sin él.
- Es correcto. Cuando nació el más pequeño de nuestros
hijos, sabíamos que necesitábamos un carro más grande, y en un 14 de febrero,
mi esposo me sorprendió con esa linda camioneta, y era el auto de los paseos y
el de las compras navideñas.
Al decir esto, Elvira tenía un nudo en la garganta y sus
ojos ya dejaban ver la formación de algunas lágrimas, así que Mayuyi decidió
pasar de inmediato a la última etapa, la cual mencionó con un poco de
entusiasmo.
- Lo bueno es que, una vez que superas esas etapas, ya solo
falta la aceptación o
resolución del duelo, donde hay que preguntarse: ¿Qué voy a hacer
con lo que me queda? En tu caso, tal vez tengas que evaluar opciones para moverte
en lo que compras una nueva unidad, ver que opciones de regalos puedes
improvisar para tu familia. Además, puedes enfocarte en buscar un aprendizaje
de esta mala experiencia, como asegurar el próximo auto, ponerle alarma y hasta
un localizador GPS, no volver a dejar cosas a la vista ni dejarlo en lugares
que pudieran ser inseguros ante las condiciones actuales en el país.
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