viernes, 3 de diciembre de 2021

Del Libro “El lado FÁCIL de la GENTE DIFÍCIL” de César Lozano - A menos que tu lo permitas

 

Del Libro  “El lado  FÁCIL  de la  GENTE   DIFÍCIL”  de  César Lozano

 

 

Nadie puede hacerte la vida imposible,  A  MENOS QUE TU LO PERMITAS

 


En relaciones humanas nadie, absolutamente nadie, puede hacer que tu vida sea un suplicio, sólo si tú lo autorizas.

Así como cada día la vida nos otorga regalos invaluables como ver, oír, comer, amar, también nos ofrece innumerables obsequios que la gente prodiga, entre ellos palabras de afecto, agradecimiento o reconocimientos, merecidos o no. Se nos reconoce o se nos adula para hacernos sentir bien, ganarse nuestro afecto u obtener algún beneficio.

Pero también hay quienes nos ofenden con expresiones hirientes, merecidas o no, que muchos aceptamos sin reservarnos el derecho a rechazar tales expresiones despectivas.  Admiro a quienes literalmente se les resbala lo que no aceptan ni merecen y siguen su vida sin engancharse con palabras envenenadas que pueden desestabilizar a los más sensibles.

A cada momento habrá quienes te den este tipo de regalos y tú eres el único que decide darles importancia o ignorarlos.  Aceptarlo y responder de igual forma o simplemente dejarlos ahí, donde te los ofrecen.  Decir mentalmente “no acepto ese regalo, no es para mí, no merezco esta ofensa y simplemente dejo que se la lleve quien me la ofreció”.

No olvidaré jamás la templanza y seguridad que mostró un sacerdote durante una reunión social.  Entre los presentes había un hombre que, al saber que él era cura, empezó a manifestar el desprecio que sentía hacia la Iglesia católica, debido a ciertos acontecimientos negativos que involucraban a sacerdotes.  Ante más de 20 personas exclamó su malestar por la presencia del  religioso, la vergüenza que –según él-  debería sentir al portar una sotana, agregando ofensas contra su persona, inclusive por no elegir casarse y formar una familia, poniendo en duda su hombría.  El sacerdote, lo escuchó tranquilamente, tomando un refresco y comiendo un bocadillo; dejó que terminara la sarta de ofensas que al parecer guardaba desde hacía mucho tiempo aquel hombre contra la institución que el padre representaba.  Al finalizar, el cura lo vio fijamente y sonriente le dijo:  “Es tu opinión amigo.  La cual es muy respetable.  No te digo que la agradezco, pero tampoco la acepto.”  Y ya.

“Pero dígame, ¡¿qué tiene que decir?!”, insistió el hombre.

El sacerdote le contestó que no era el momento ni el lugar para dar su opinión y que con gusto lo recibiría – previa cita – en su parroquia para hablar al respecto.  La gente ahí reunida se encargó de reprobar con miradas y comentarios lo expresado por el hombre para dirigirse al sacerdote.  El padre siguió conviviendo, ¡como si nada hubiera ocurrido!  No aceptó sus ofensas ni mucho menos se las llevó.  Probablemente lo molestó – lo cual sería natural - pero no lo demostró.

La lección es clara:  no tienes por qué soportar las críticas; simplemente agradece con amabilidad y promete pensar en lo que te digan.  Es una decisión personal ante un determinado momento y no podemos dejar que las cargas emocionales de quienes nos rodean nos aplasten a su antojo.  Tú decides:  “¿Bailas al son que te toquen?”  Tú decides si aceptas y te dejas llevar por las emociones de quienes no están a favor de tus ideas o tu forma de ser.  Siempre tendrás el control si utilizas la calma cuando otros están ofuscados, y recuerdas que nadie puede hacerte la vida imposible a menos que tú lo autorices.


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