De la autora Alicia Campos
¿REPELENTE o fragancia?
Por definición el
adjetivo repelente significa que arroja con violencia algo hacia atrás. En los insectos es un producto que los rechaza
o ahuyenta.
Ahora imagínense
que algunas personas en vez de usar una grata fragancia, se rocían diariamente
un REPELENTE que nos desagrada y por lo tanto, aunque quisiéramos estar cerca
de ellas, preferimos alejarnos.
Hay varios tipos
de repelentes, como el egoísmo, la
prepotencia, la crítica, la presunción, el enojo, la negatividad, la depresión,
la insensibilidad, la mentira, la terquedad, el chisme, la flojera, el pesimismo, la irresponsabilidad, el miedo, la
soberbia, la envidia, la tristeza, y muchos más que por lo general alejan a las
personas, y digo por lo general, porque en el caso de una persona con repelente
de crítica, tal vez no aleje a otra persona con el mismo repelente sino que muy
probablemente se busquen y acepten.
La pegunta es, ¿qué prefieres?, una persona
con alguno de esos tipos de repelente, o a alguien con una fragancia como la empatía, la nobleza, la amabilidad, la bondad, el
positivismo, la inteligencia, la creatividad, la confianza, la elocuencia, la
fortaleza, la alegría, el amor, la humildad, la lealtad, el liderazgo, la
paciencia, la perseverancia, la prudencia, el respeto, la tolerancia, la
valentía, y muchas otras cosas que a veces hasta les envidiamos.
Yo recuerdo con
mucho agrado a un Proveedor de una empresa en la que trabajé algunos años
atrás, ya que él siempre llegaba saludando con
cortesía y respeto, y antes
de empezar a hablar de negocios nos contaba varios chistes, imitando voces de
gangosos, de españoles, o cualquier otro personaje, creando un ambiente sano y
de alegre convivencia, por lo tanto
siempre esperábamos sus visitas con mucho gusto, aparte de que en los negocios
era muy servicial y nos daba un
trato justo. “Usaba una fragancia muy agradable todo el tiempo”
Por otro lado,
conservo el recuerdo no muy grato de una persona de limpieza que cuando entraba
a la oficina a realizar su trabajo, casi me hacía llorar con su expresión de tristeza, y aunque intenté acercarme a
ella para alegrarle el día, no pude hacer que esbozara una sonrisa o de perdida
una mueca, sus pláticas eran de pesares,
rencores, y por supuesto de
tristeza, así que al poco tiempo dejé de hablar con ella ya que usaba varios
tipos de repelentes, y preferí
conversar con quienes rieran junto conmigo, compartieran sueños y proyectos, o por lo
menos vieran la vida con optimismo a pesar de las situaciones difíciles .
Ahora bien, el
ser humano por naturaleza busca la aceptación en círculos sociales, familiares
y de trabajo, y algunas veces eso no sucede como uno quisiera. En ese momento creo que debemos hacernos la
pregunta obligada…. ¿Cuánto repelente me
he puesto?
Todos usamos
“repelente” como mecanismo de defensa, pero debe ser en dosis bajas. Enojarse
de vez en cuando, tener miedo
algunas veces, estar triste por
algún suceso desagradable, y hasta envidiar
a alguien porque le queda mejor un color de ropa, podríamos decir que es
normal, pero solo hay que tener mucho cuidado con la cantidad de “repelente” que usamos, y el tiempo que
lo traemos puesto, lo mejor es asegurarnos de hacer una buena limpieza e
inmediatamente rociarnos con una buena “fragancia”
que elimine cualquier resto del “repelente”.
No olviden que
algunas personas recordarán por siempre esa desagradable experiencia de haberse
acercado a alguien con un fuerte y desagradable “repelente” como la soberbia,
la prepotencia, la violencia o la mentira, y eso puede dejar una huella
imborrable que tal vez los mantenga alejados por siempre, aun cuando se haya
cambiado a una mejor “fragancia”.
Por otro lado, un
ser humano que transmite paz, alegría, creatividad, positivismo y todas esas
agradables “fragancias”, es como un IMÁN
que no solo atrae a las personas, sino a muchas cosas buenas como la salud y el
éxito.
En conclusión, deshazte de los “repelentes” y mantén a la mano “gratas fragancias”
que puedas usar diariamente para vivir y convivir feliz.