sábado, 17 de abril de 2021

 

Del libro “Sanando las heridas del alma”  de  Rafael Ayala





Rebeldía y agresividad

 

La amargura también se manifiesta a través de rebeldía y agresividad.  La agresividad no es solamente violencia física.  También podemos atentar contra los demás con nuestra vestimenta, la manera de hablar y con actitudes que sabemos que los molestan. En ocasiones la búsqueda frenética del éxito es una forma de agresión.  Hay quienes dedican su vida a superarse material o socialmente para demostrar a quienes les dañaron que merecían su respeto y admiración.

Estas personas son movidas en su interior más por un deseo de venganza que de superación.  Invierten su tiempo y esfuerzo en sobresalir para llamar la atención de quienes les aplastaron o fueron indiferentes ante sus necesidades emocionales.  Los estilos de obtener el reconocimiento de sus “ofensores”  varían dependiendo de la cultura de cada individuo.  Algunos lo hacen alcanzando puestos de eminencia o riqueza económica.  Otros lo intentan mediante acciones suicidas o terribles crímenes que les permitan ser protagonistas y llamar la atención.  En ocasiones la rebeldía se disfraza de justicia.  Esto sucede cuando detrás de los intentos por establecer equidad está el deseo de vengarse por haber sido rechazado.

 Buscar soluciones no culpables

Las actitudes que lastiman a la gente pueden ser planteadas o no, pero el resultado es el mismo.  Cuando alguien nos rechaza no necesariamente tiene la intención de hacerlo.  Esto es similar a cuando ocurre un accidente y alguien sale lesionado.  Lo más importante no es quién provocó la tragedia, sino atender a las personas que resultaron heridas.  Quizás quien generó el percance jamás se enteró de lo sucedido.  Pero es un hecho que alguien salió lastimado y hay que sanarle.

Cuando reflexionamos sobre nuestro pasado encontramos seres humanos que nos rechazaron.  Incluso algunos de ellos quizá lo hicieron con intención.  A pesar de ellos nuestro enfoque debe estar en qué podemos hacer para salir adelante a pesar de lo sucedido, no en a quién debemos responsabilizar.  Buscar culpables no resuelve el problema, sólo agrega rencor al pesado costal que cargamos.  


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