¿Tu hijo hace “pipí” en
la cama?
A este hecho se le conoce como “enuresis nocturna”, la cual
se diagnosticará como tal si el niño hace pipí en la cama mientras duerme,
después de haber cumplido los cuatro años.
Existe también la “enuresis diurna”, pero en este espacio me enfocaré en
la nocturna, que en mi experiencia profesional parece ser la que vuelve locos a
los padres, tal vez – entre otras cosas – porque implica tener que lavar sábanas
y pijamas y asolear colchones casi todos los días, tareas que pueden resultar
agobiantes para quien las lleva a cabo.
Los niños que padecen enuresis nocturna suelen sentirse
avergonzados, sucios, culpables y ansiosos, y esto con frecuencia es reforzado
por la respuesta inadecuada que muchos padres tienen al respecto, castigando al
niño, agrediéndolo, burlándose y hasta golpeándolo. Los padres de un niño que padece esta
problemática deben entender que no lo hace por maldad o con mala
intención; ni siquiera con intención.
Anteriormente, la enuresis nocturna se consideraba un
problema netamente psicológico y emocional, y esto suponía que los padres no
estaban haciendo bien su función. Si
bien es cierto que la enuresis puede tener un fuerte componente psicológico y
emocional, también es verdad que hay otros factores que la causan, por ejemplo:
·
Factores
fisiológicos: vejiga muy pequeña o
niveles muy bajos de la hormona antidiurética llamada vasopresina. Esto se explica así: el cerebro produce niveles más altos de dicha
hormona durante la noche, haciendo que el riñón libere menos agua. En los niños con enuresis puede que no suceda
este aumento nocturno en los niveles de dicha hormona.
·
Factores
neurológicos: el sistema nervioso
del niño no ha alcanzado la madurez necesaria para percibir cuando la vejiga
está llena.
·
Factores
psicológicos: conflictos familiares,
falta de atención y amor, temores, ansiedad, soledad, inseguridad.
·
Factores
genéticos: en las familias con
padres que tuvieron enuresis, existe una alta probabilidad de que el hijo
también la presente (aproximadamente un 44 por ciento si uno de los padres fue
enurético y 77 por ciento si ambos lo fueron).
Cuando éste es el caso, los padres inconscientemente ven proyectado en
su hijo al niño/a que ellos fueron, reviviendo todo el dolor y la vergüenza que
en su momento les hicieron experimentar, y sintiendo gran enojo y rechazo hacia
su hijo, como proyección del enojo y el rechazo que en su infancia sentían
hacia sí mismo por ser “niños sucios y malos”.
A veces sucede que el niño presenta una “regresión”, es
decir, comienza de nuevo a orinarse en la cama después de meses o años de ya no
hacerlo, como consecuencia de cierto evento en su vida que le afecta
emocionalmente; por ejemplo: la pérdida de un ser querido, la llegada de
un nuevo hermanito, el divorcio de los padres, el cambio de residencia o de
escuela, etcétera. En estos casos, el
niño necesita apoyo psicológico para poder superar esa situación y la enuresis
se corregirá por añadidura.
La enuresis tiene
solución y con mucha frecuencia se corrige sola, pero es muy
conveniente que los padres acudan a un especialista, ya sea el pediatra o un
urólogo para determinar si las causas son físicas, o es necesaria la
intervención de un psicólogo cuando éstas son de origen emocional. En ambos casos, el especialista diseñará un
“plan de acción” y aconsejará a los padres sobre el manejo adecuado de la
situación.
A fin de cuentas, la actitud de los padres es un factor
decisivo en la solución de la enuresis.
Insisto una vez más en que no
deben regañar ni castigar al niño;
tampoco burlarse de él o ridiculizarlo ante los demás. Una actitud amorosa y comprensiva y la
atención profesional adecuada le ayudarán a salir adelante, sin que la enuresis
deje huellas en su autoestima y en su bienestar emocional.
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