UNA
OPINIÓN
Se dice que cuando pedimos una opinión casi siempre la
solicitamos a quien sabemos nos va a dar la respuesta que andamos buscando, y
aquí presento un par de ejemplos:
- ¿Qué opinas? Estoy
embarazada y quiero abortar, ¿qué hago?
- ¿Por qué no hablas con tu mamá?
- Ni pensarlo, ya se lo que me va a decir…
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- Me ofrecen el trabajo de mis sueños, pero es
en España y no sé qué hacer, ¿tú qué opinas?
- ¿Y dejar a tu novia, tu familia, tus a
amigos, y las parrandas?, no sé ni porque la piensas
- Tienes razón, esta es mi vida. ¡Me quedo!
En el diccionario encontramos la definición de opinión como
“la manera de pensar sobre un tema”,
y con eso de que “cada cabeza es un mundo” imagínense que tan similar puede ser
la opinión de los demás a la mía, pero
aún las opiniones más disparatadas nos pueden servir de guía, para evaluar
enfoques diferentes y hasta para remarcar lo que no queremos decir o hacer.
Ahora bien, si en verdad quieres hacer algo positivo con tu
vida, pídele opinión, consejo, o guía a
una persona positiva. Si quieres tomar
decisiones en base a buenos valores, acepta el consejo de una persona que para
ti sea ejemplar en ese aspecto. Si deseas
aprender a desarrollar actitudes afectivas, acércate a quien te puedan brindar
un cálido abrazo, dulces palabras y tiernos besos. Si lo que te falta es saber escuchar,
observa y aprende de quienes escuchan tus más profundos sentimientos sin
juzgarte. Si estas vacilante en tomar
un decisión que cambiará tu vida en forma radical, habla con un terapeuta, un
sacerdote, un amigo incondicional o tus padres
(siempre y cuando exista la confianza suficiente), todos ellos se
enfocarán en tu bienestar (salvo muy raras excepciones). Si requieres asesoría financiera, busca a
quien lícitamente haya obtenido logros económicos.
Casi todos sabemos las respuestas para cada situación, sobre
todo para las “decisiones equivocadas” en cuyo caso buscamos “aliados” que
avalen lo que queremos hacer. Es más
fácil delegar o compartir la culpa que enfrentar solos las consecuencias de
nuestros actos.
En el resto de los casos, pedimos una opinión aunque ya
tenemos nuestra propia respuesta, porque nos sentimos titubeantes ya sea por
falta de valor, por falta de confianza (en nosotros mismos y/o en los demás),
por falta de información y por falta de visión sobre las consecuencias de tal o
cual decisión, así que todo lo que necesitamos es reafirmar nuestra creencia
compartiendo nuestro sentir con alguien más, lo cual es válido y hasta
recomendable.
Sin embargo, recuerda que solo debes ESCUCHAR los consejos, opiniones y críticas
constructivas de los demás, pero es TU
RESPONSABILIDAD el discernir
toda esa información y adaptarla a tus necesidades para que TU
TOMES LA DECISIÓN de lo que mejor te convenga hacer EN ESE MOMENTO. Al final, tu corazón, tu sexto sentido y tu
intuición son tus mejores consejeros.
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