jueves, 20 de octubre de 2016

Del Libro “Educar el carácter” de Alfonso Aguiló



Susceptibilidad.  Piensa bien y acertarás



Las personas susceptibles acarrean una pesada desgracia:  la de ser retorcidos.
Complican lo sencillo y agotan al más paciente.
Viven siempre con la guardia en alto, a pesar de lo cansado que resulta. 
Son capaces de encontrar secretas intenciones, conjuras o malévolos planteamientos en las cosas más sencillas.
Imaginan en los ojos de los demás miradas llenas de censura.
Una pregunta cualquiera es interpretada como una indirecta o una condena, como una alusión a un posible defecto personal. 
Con ellos hay que medir bien las palabras y andarse con pies de plomo para no herirles.
La susceptibilidad tiene su raíz en el egocentrismo y la complicación interior:  “que si no me tratan como merezco…, que si ése qué se ha creído…., que no me tienen consideración…, que no se preocupan de mí…., que no se dan cuenta…”, y así ahogan la confianza y hacen difícil convivir.

Veamos algunos ejemplos de ideas para alejar ese peligro:
·           *  Guardarse de la continua sospecha, que es un fuerte veneno contra la amistad y las buenas relaciones familiares.
·            *  No querer ver segundas intenciones en todo lo que hacen o dicen los demás;
·            *  No ser tan ácidos, tan críticos, tan cáusticos, tan demoledores:  no se puede ir por la vida dando manotazos a diestro y siniestro;
·         Salvar siempre la buena intención de los demásno tolerar en la casa críticas sobre familiares, vecinos, compañeros o profesores de los hijos;
·            *  Confiar en que todas las personas son buenas mientras no se demuestres lo contrario:  cualquier ser humano, visto suficientemente de cerca y con buenos ojos (Plotino decía que todo es bello para el que tiene el alma bella), terminará por parecernos, en el fondo, una persona encantadora:  es cuestión de verle con buenos ojos, de no etiquetarle por detalles de poca importancia o juzgarle por la primera impresión externa:
·          *   No hurgar en heridas antiguas, resucitando viejos agravios o alimentando ansias de desquite;
·         Ser leal y hacer llegar nuestra crítica antes al interesado:  darle la oportunidad de rectificar antes de condenarle;  y no hasta con decir:  “si ya se lo dije y no hace ni caso…”, porque además muchas veces no es verdad:

·            *  Soportarse a uno mismo, porque muchos que parecen resentidos contra las personas que le rodean, lo que en verdad les sucede es que no consiguen luchar con deportividad contra sus propios defectos. 


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