sábado, 23 de enero de 2016

Del Libro “El libro de los amigos” de Andrew Matthews





Hábitos



¿Has notado que las personas con hábitos inadecuados son las últimas en darse cuenta de ellos?  Es justamente la persona con mal aliento la que no advierte que ahuyenta a los demás.  El eterno comedor de ajos es el último en notar su pestilencia.
¿Qué conclusión podemos obtener con respecto de nuestros propios hábitos irritantes?  Que generalmente somos los últimos en darnos cuenta de ellos.
Una amiga mía habla y habla y habla.  Conversar con ella es como pararse delante de una ametralladora.  Es muy inteligente y culta, pero no advierte el efecto que causa en la gente.  Es famosa por sus monólogos interminables.  Le han hecho notar el problema en más de una ocasión, pero por alguna razón jamás ha parecido captar el mensaje.  Está baldada socialmente y no lo sabe.
Debemos estar conscientes del efecto que causamos en los demás y estar preparados para tomar medidas al respecto.  Cuesta muy caro vivir con excusas como:  “es que yo soy así”.  Si varias personas nos confiesan que hablamos demasiado, que somos muy impuntuales, que siempre sermoneamos, que tenemos mal carácter o malos modales, podemos sacar provecho de dicha información.  Suele ser una señal de que existe un problema en nosotros.
Una manera de mejorar la percepción de uno mismo es hablar con amigos verdaderamente de confianza.  Acude con quienes no te sobajarán deliberadamente y pregúntales:  “¿qué impresión causo?”.  Confiésales que te interesa superarte y que esperas de ellos una respuesta enteramente franca.
He aquí algunas preguntas que pueden servirte como punto de partida:
¿Hablo demasiado?
¿Me quejo demasiado?
¿Bebo demasiado?
¿Tengo mal aliento?
¿Soy ofensivo en mi forma de hablar?
¿Hablo demasiado sobre mi salud, mi pareja, mi insomnio? ¿Acerca de mi dinero, mi entrenamiento físico, etcétera?
¿Cómo son mis modales en la mesa?
¿Cómo con la boca abierta?
¿Soy aburrido?
¿Parte de mi guardarropa debería tirarlo a la basura?
Estas son preguntas muy personales, ¡pero tienes que hacerlas!  Lo que tus amigos te digan no lo tomes como verdad absoluta, pero considera muy seriamente sus puntos de vista.  Hazte la siguiente pregunta:  “¿otras personas me han dicho lo mismo antes?”, o  ¿qué me parecería vivir o trabajar con una persona como yo?”.
Puede ocurrir que tu manera de ser irrite a los demás y, sin embargo, decidas no cambiar.  Si es así, al menos intenta estar consciente de lo que haces y de lo que puede costarte esa clase de comportamiento.
Algunas personas asumen la siguiente actitud:  “mi único problema son los otros cinco mil millones de habitantes que viven en este planeta.  Yo soy perfecto, pero ellos no me entienden…”
En un orden ideal de cosas, los demás siempre se muestran tolerantes ante nuestras debilidades, pero no siempre puedes contar con ello.  El hecho de que tú decidas ser tolerante no quiere decir que los demás también lo serán.  Muchos aspirantes a ejecutivos han sido desdeñados por vestir descuidadamente.  Muchos matrimonios han fracasado porque la esposa habla sin cesar y el marido jamás la escuchaba.


EN SINTESIS:   Las  personas sobresalientes desarrollan una particular conciencia de sí, que los hace ser aceptados por los demás.  Para ejercer sobre la gente una influencia positiva debemos desarrollar ese tipo de conciencia en nosotros mismos.  



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