jueves, 15 de octubre de 2015

Del Libro “Sé un adolescente feliz” de Andrew Matthews



Confiesa antes de que se den cuenta


Imagina que pediste prestado el auto nuevo de papá.  Las últimas palabras que él te dijo fueron:  “Hagas lo que hagas, no lo vayas a rayar”.  No pasan ni 20 minutos que saliste del garaje cuando le das a un semáforo y rayas la pintura de la puerta del conductor.
Cuando regresas a casa esa noche esperas que tu papá esté dormido.  Así no tendrás que decirle.  Desgraciadamente está viendo televisión, de modo que te dices:  “Papá está descansando, no quiero molestarlo.  Le diré más tarde”.
Al poco rato él apaga la televisión.  Te dices otra vez:  “No quiero arruinarle la noche.  Le diré en la mañana”.
Cuando te levantas a la mañana siguiente papá está desayunando, y piensas:  “Si le digo ahora le dará una indigestión.  Mejor le digo después”.
Suena el teléfono.  Es uno de los empleados de papá con la noticia de un problema en el trabajo.  ¡Parece que papá está molesto por la llamada!
“Ahorita está enojado”, te dices, “¡será mejor no decirle sobre el auto en este momento!” Enseguida papá se dirige al garaje, ve su auto y regresa precipitadamente a la casa.  Ahora está realmente furioso.  Ahora quiere matarte.
Fíjate en lo que pasó aquí.  Pospusiste lo inevitable.  En vez de decir a papá desde el principio, te sometiste a 12 horas más de estrés.  Cuando él lo descubrió, ¡obtuviste más estrés!
Si cometes un error, el mejor momento para reconocerlo es lo más pronto posible.  Eso disminuye tu sufrimiento y la gente, aun los papás, respetarán tu honestidad y tu valor.  

En pocas palabras

La vida funciona mejor cuando asumimos el control de la situación.  Si cometiste un error grave, cuéntalo antes de que lo descubran.  

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