Permanecer abiertos al amor
Hay momentos en los que nos gustaría ayudar a quien queremos
mucho, pero no podemos hacer nada; sea
porque las circunstancias no permiten que nos acerquemos, o la persona está
cerrada a cualquier gesto de solidaridad y apoyo.
Entonces sólo nos queda el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún
podemos amar…. Sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos.
Si conseguimos actuar de ese modo, la energía del amor
empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando aparece esa energía, siempre consigue
hacer su labor. “El tiempo no transforma
al hombre. El poder de la voluntad no
transforma al hombre. El amor lo
transforma”, dice Henry Drummond.
Leí en el periódico sobre una niña, en Brasilia, que fue
brutalmente golpeada por sus padres. A
consecuencia de ello, perdió los movimientos del cuerpo y se quedó sin habla.
Tras ser internada en el hospital de base, cuidaba de ella
una enfermera, que diariamente le decía:
“Yo te amo”. Aunque los módicos
aseguraban que no conseguía oírla y que sus esfuerzos eran inútiles, la
enfermera seguía repitiendo: “Yo te amo,
no lo olvides”.
Tres semanas después, la niña había recuperado los
movimientos. Cuatro semanas después,
volvía a hablar y a sonreír. La
enfermera nunca concedió entrevistas y el periódico no publicaba su nombre….
Pero queda aquí constancia, para que no olvidemos nunca: el
amor cura.
El amor transforma,
el amor cura, pero a veces construye
trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decidió entregarse
por entero. ¿Qué sentimiento complejo es
ese que, en el fondo, es la única razón
para que sigamos vivos, luchando, y procurando mejorar?
Sería una irresponsabilidad intentar definirlo, porque, como
todos los demás seres humanos, yo sólo he conseguido sentirlo. Se escriben millares de libros, se
representan obras teatrales, se producen películas, se componen poemas, se
tallas esculturas en madera o en mármol y, aun así, lo único que puede
transmitir el artista es la idea de un sentimiento… no el sentimiento en sí.
Pero yo he descubierto que ese sentimiento está presente en las pequeñas cosas y
se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que adoptamos, por lo
que es necesario tener siempre presente el amor, cuando actuamos o dejamos de
hacerlo.
Tomar el teléfono y decir la palabra cariñosa que
aplazamos. Abrir la puerta y dejar
entrar a quien necesita nuestra ayuda.
Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para
más adelante. Pedir perdón por un error
que cometimos y que no nos deja en paz.
Exigir un derecho que tenemos. Recurrir con frecuencia a la floristería más
que a la joyería. Poner la música muy
alta cuando la persona amada está lejos,
bajar el volumen cuando está cerca.
Saber decir “sí” y “no”, porque el amor contiende con todas las energías
del hombre. Descubrir un deporte que puedan
practicar dos al mismo tiempo. No seguir
ninguna receta, ni siquiera las que figuran en este párrafo….. porque el
amor necesita creatividad.
Y, cuando nada de eso sea posible, cuando lo que queda sólo
es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envió en cierta
ocasión:
Una rosa soñaba
día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus
pétalos.
Sin embargo, la
flor seguía soñando: durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que
volaban muchas abejas, que acudían, cariñosas, a besarla. De ese modo, conseguía resistir hasta el
próximo día, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.
Una noche, al
enterarse de la Soledad de la rosa, la luna preguntó:
- ¿No estás
cansada de esperar?
- Tal vez, pero
necesito seguir luchando.
- ¿Por qué?
- Porque, si no
me abro, me muero.
En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la
belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.
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