jueves, 12 de febrero de 2015

Del Libro “Ser como el río que fluye” de Paulo Coelho…..



Permanecer abiertos al amor


Hay momentos en los que nos gustaría ayudar a quien queremos mucho, pero no podemos hacer nada;  sea porque las circunstancias no permiten que nos acerquemos, o la persona está cerrada a cualquier gesto de solidaridad y apoyo.
Entonces sólo nos queda el amor.  En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar…. Sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos
Si conseguimos actuar de ese modo, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea.  Cuando aparece esa energía, siempre consigue hacer su labor.  “El tiempo no transforma al hombre.  El poder de la voluntad no transforma al hombre.  El amor lo transforma”, dice Henry Drummond.
Leí en el periódico sobre una niña, en Brasilia, que fue brutalmente golpeada por sus padres.  A consecuencia de ello, perdió los movimientos del cuerpo y se quedó sin habla.
Tras ser internada en el hospital de base, cuidaba de ella una enfermera, que diariamente le decía:  “Yo te amo”.  Aunque los módicos aseguraban que no conseguía oírla y que sus esfuerzos eran inútiles, la enfermera seguía repitiendo:  “Yo te amo, no lo olvides”. 
Tres semanas después, la niña había recuperado los movimientos.  Cuatro semanas después, volvía a hablar y a sonreír.  La enfermera nunca concedió entrevistas y el periódico no publicaba su nombre…. Pero queda aquí constancia, para que no olvidemos nunca:  el amor cura.
El amor transforma, el amor cura, pero a veces construye trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decidió entregarse por entero.  ¿Qué sentimiento complejo es ese que, en el fondo, es la única razón para que sigamos vivos, luchando, y procurando mejorar?
Sería una irresponsabilidad intentar definirlo, porque, como todos los demás seres humanos, yo sólo he conseguido sentirlo.  Se escriben millares de libros, se representan obras teatrales, se producen películas, se componen poemas, se tallas esculturas en madera o en mármol y, aun así, lo único que puede transmitir el artista es la idea de un sentimiento… no el sentimiento en sí.
Pero yo he descubierto que ese sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que adoptamos, por lo que es necesario tener siempre presente el amor, cuando actuamos o dejamos de hacerlo.
Tomar el teléfono y decir la palabra cariñosa que aplazamos.  Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda.  Aceptar un empleo.  Abandonar un empleo.  Tomar la decisión que estábamos dejando para más adelante.  Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en paz.  Exigir un derecho que tenemos.  Recurrir con frecuencia a la floristería más que a la joyería.  Poner la música muy alta cuando la persona amada está lejos,  bajar el volumen cuando está cerca.  Saber decir “sí” y “no”, porque el amor contiende con todas las energías del hombre. Descubrir  un deporte que puedan practicar dos al mismo tiempo.  No seguir ninguna receta, ni siquiera las que figuran en este párrafo…..  porque el amor necesita creatividad.
Y, cuando nada de eso sea posible, cuando lo que queda sólo es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envió en cierta ocasión:
Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus pétalos.
Sin embargo, la flor seguía soñando: durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que volaban muchas abejas, que acudían, cariñosas, a besarla.  De ese modo, conseguía resistir hasta el próximo día, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.
Una noche, al enterarse de la Soledad de la rosa, la luna preguntó:
- ¿No estás cansada de esperar?
- Tal vez, pero necesito seguir luchando.
- ¿Por qué?
- Porque, si no me abro, me muero.
En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.
   

 

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