La armonía basada en el respeto se predica con el
ejemplo.
Es el camino a la educación y a la convivencia familiar.
Los padres nos obligamos
a comportarnos con respeto, consideración, buenos modales, buen humor. Exigimos de los hijos disciplina porque mamá
y papá son seres disciplinados.
La privacidad es un asunto de extrema importancia. En el caso de que las puertas de cada
habitación se encontraren cerradas, todos nos obligamos a tocar de manera
respetuosa y a esperar una respuesta.
Esto se aplica
irrestrictamente a todas las habitaciones y tanto padres como hijos tenemos el
derecho inalienable a nuestra intimidad.
Las horas de descanso son
sagradas. Nadie tiene porque soportar
ruidos a la hora de dormir. Existen trabajos en donde los padres
necesariamente trabajan cuando el resto de la familia duerme. Ellos merecen tanta consideración como los
otros.
Una forma de abuso se da
en el cuarto de baño. Es comprensible que los adolescentes se
preocupen por su apariencia física, pero el baño es de todos y es necesario
negociar con ellos un uso racional del agua a la hora de ducharnos y a no
tardarnos más de lo necesario al usar el escusado.
El consumo de la energía eléctrica desde luego que
requiere supervisión por parte de nosotros.
Como familia e individuos
nos preocupamos en todo momento por cuidar el agua, la luz y a hacer un uso más racional del teléfono.
Todos nos comprometemos a
respetar las conversaciones privadas y a tratar con cortesía a quien llame por
teléfono.
El espacio personal incluye los cuartos y sus respectivos
muebles. Las pertenencias son sagradas y
será necesario establecer con los hijos las bases para que no se entrometan en
los asuntos ajenos.
Esto aplica a los diarios
personales y correspondencia de todo tipo.
Siempre y cuando no
atenten contra lo que papá y mamá ordenen, los hijos podrán arreglar y decorar su cuarto de acuerdo
a su muy particular gusto y estilo.
Si por razones de espacio
ese cuarto se comparte con otro y otros hermanos todos tendrán la misma
oportunidad de decorarlo como gusten.
Si por alguna razón los
chicos no se ponen de acuerdo, los padres ordenaremos qué se deberá hacer.
La vestimenta de los hijos es asunto de ellos.
Sin embargo los padres debemos hacer las observaciones pertinentes.
Un atuendo por muy
estrafalario que nos parezca podría considerarse como “normal” entre los
adolescentes. En todo caso los hijos
siempre pedirán la opinión y autorización de sus padres.
La comida no la regalan. Es un bien preciado
al que se le debe dar especial cuidado.
Todos podemos consumir los alimentos que deseemos sin ninguna
restricción, pero la familia acuerda no tolerar desperdicios.
Nuestra casa es un lugar
que requiere de todo tipo de cuidados.
La familia se obliga a reportar
cualquier falla en puerta, ventanas, tuberías o paredes.
El cuidado de los muebles
también nos corresponde a todos y además sabremos darles un uso responsable.
En cuanto al cuidado de los menores de edad, todos
acordamos en protegerlos. No podrán
hacer travesuras “inocentes” como fumar o tomar alcohol.
Conocen a la perfección
que de hacerlo se perderán sus privilegios.
¿Cuáles? Los que más les duela perder.
En este sentido los
hermanos mayores asumen con libertad y de manera responsable cuidarlos,
vigilarlos e informarnos de inmediato sobre cualquier anomalía.
Como familia tenemos la
obligación de velar por nuestra propia seguridad. Cerraremos puertas con llave, ventanas y
sabremos resguardar los bienes y el patrimonio familiar.
Cualquier trabajo
doméstico es respetuosamente considerado por todos los miembros de la casa
La delicada labor de la madre en el cuidado y
esmerada atención a la familia se verá retribuida con el agradecimiento,
reconocimiento y respeto.
Todos estamos obligados a
levantar nuestro propio plato después de comer y a lavarlo. Así lo decidimos mamá y papá.