jueves, 23 de octubre de 2014

Del Libro “¡Porque lo mando yo! 2 de John K. Rosemond



 


“No puedo”


 
- Mi hija de ocho años tiene miedo de intentar cosas nuevas y se desalienta con facilidad cuando su primer intento para hacer algo no funciona.  Por ejemplo, si  trato de alentarla para que cruce la alberca tres veces en vez de dos, responde “No puedo”.  Aunque traté intensamente animarla y de mejorar su confianza en sí misma, no lo intenta.  Si su maestra de piano le deja algún ejercicio especial, no acaba de intentarlo cuando ya se da por vencida.  No comprendo por qué es tan baja la autoestima de esta criatura que en todos los demás aspectos es tan capaz.  ¿Cómo puedo ayudarla?

R.  -  El problema de su hija tiene poco que ver con su autoestima y mucha relación con la forma en que usted responde a sus frustraciones.  Se está usted involucrando demasiado (en el terreno emocional) en lo que se refiere al desarrollo de su hija, trátese de la natación, de las clases de piano, o lo que sea.

El aprendizaje de cualquier capacidad nueva, involucra cierto grado de frustración…. Y cuando su hija se topa con la frustración, usted corre a rescatarla.  Aunque sus intenciones son buenas, la verdad es que le está impidiendo que resuelva la frustración a su manera y a su propio tiempo y ritmo.  Su renuencia obstinada a escuchar sus indicaciones es una voz que dice “Déjame en paz, mamita”.  Cuando usted se involucra en su frustración, sino también con la de usted.  La consecuencia es que, entre más presione alentándola, más se resistirá la niña.

Permia que la nena resuelva las cosas a su modo.  Si ella quiere hablar con usted respecto a los problemas que tenga para cruzar la alberca o para aprender un nuevo ejercicio en el piano, escúchela y déjela hablar.  Cuando sea el momento oportuno (después de que ella termine de hablar) dígale:  Aprender cosas nuevas requiere mucho esfuerzo y paciencia.  Perder la paciencia significa que hay que hacer a un lado las cosas y regresar a ellas más tarde”.  En otras palabras, le está usted concediendo la autorización para sentirse frustrada y para “darse por vencida” aunque sea por un tiempo.

Si la peque insiste con el “no puedo”, encójase de hombros y diga:  “Pues ni modo.  No lo hagas.  Si crees que has hecho lo mejor posible y estás convencida de que no puedes, quizás debes darte por vencida”.  Breve y dulcemente.  Luego, de la media vuelta y déjela a solas con su problema.

Al no dejarse involucrar emocionalmente en las frustraciones de su hija, la hará responsable de sus sentimientos.  Mi padre lo definía como “cocerse en su jugo”.  Dado que usted se mantiene al margen, le concede la libertad para intentarlo de nuevo porque ya en ese caso puede lanzarse sobre sus propios términos, no los de usted.  Lo más probable es que alcance el éxito.

 
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