domingo, 17 de junio de 2012

Del Libro “PERDONAR” de Robin Casarjian



Perdonar a los padres

  
Después de vivir nueve meses en un vientre seguro y que nos nutre, hacemos nuestra entrada en el mundo exterior.  El proceso natural del parto nos lleva hasta el momento en que se corta el cordón umbilical y se establece nuestra autonomía física.

Cuando llegamos a este mundo somos influenciables y receptivos, y al principio seguimos las indicaciones de nuestros padres, los directores temporales de nuestra vida.  Después, a medida que pasan los años, aprendemos nuestras primeras lecciones sobre el amor y el temor, la seguridad o la inseguridad, la generosidad o el miedo y la ambición, el respeto por nosotros mismos o la vergüenza y la poca autoestima, la necesidad de controlar o de sentirnos seguros en nuestra vulnerabilidad.

Cuando llegamos a la edad adulta tenemos la oportunidad de hacer realidad otro tipo de autonomía, una autonomía esencial para nuestro crecimiento emocional y nuestra madurez espiritual.  Si no hemos sanado la relación con nuestros padres, esta autonomía nos exige pasar por otro proceso de parto.  Entonces, en lugar de cortar un cordón umbilical físico, hemos de cortar uno emocional que nos liga a nuestros padres, un cordón hecho de un pasado de necesidades insatisfechas y expectativas, acusaciones, vergüenza y culpa.   Si este cordón continúa intacto, hará que una parte nuestra siga siendo un niño pequeño, nos cerrará el corazón y, al igual que todo resentimiento, nos retendrá como rehenes emocionales del pasado. 

Cortar el cordón requiere que no dependamos de nuestros padres, que ya no esperemos de ellos sustento, amor ni apoyo si no nos lo pueden proporcionar en estos momentos.  El perdón nos sirve de misericordioso escalpelo con el cual cortamos el cordón umbilical y quedamos libres.
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