Del libro “Las
Tres Preguntas” de Jorge Bucay
Habitualmente,
los hijos aprenden y se van solos….
Pero si no lo
hacen, lamentablemente, en beneficio de ellos y de nosotros, será bueno
empujarlos a que abandonen su dependencia.
Los padres
deberemos tener claro que, si hace falta, será nuestra tarea mostrar a nuestros
hijos que deben soltarse y levantar el
vuelo. Entre otras muchas cosas
porque uno no estará para siempre.
Y cuando, pese a
todo nuestro esfuerzo y estímulo, los hijos no se animen a emprender su
partida, los padres, con mucho amor e infinita ternura, deberemos entornar la
puerta… ¡Y empujarlos afuera!
Estoy casi
cansado de ver y escuchar a padres de mucha edad que han generado pequeños
ahorros o situaciones de seguridad con esfuerzo durante toda su vida para su
vejez, y que hoy tienen que dilapidarlos a manos de hijos inútiles, inservibles
y alocados que, además, no pocas veces tienen actitudes de una exigencia
insoportable respecto de sus padres: “Me
tienes que ayudar porque eres mi papá…”.
“Debes vender todo para ayudarme,
porque todo lo que tienes también es mío…”
A veces, uno
puede ayudar a sus hijos porque así lo quiere, y está muy bien. Pero hay que comprender que nuestra obligación
y nuestra responsabilidad, respecto de ellos, no es infinita. Es hora de que los padres sepan las
limitaciones que tiene el rol de padre o madre.
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