Del Libro “Los diez retos” de Leonard Felder…..
Algunos rabinos, pastores, sacerdotes y eruditos han
sugerido otra interpretación del Octavo Mandamiento, según la cual ser descortés con alguien, tratar a
cualquier ser humano de manera humillante
o incluso no responder a un saludo son robos
de la dignidad de una persona.
Si alguna vez fuiste receptor de la frialdad o indiferencia de alguien,
o si alguna vez estabas de buen talente hasta que alguien te trató como si no
existieras, tienes alguna idea de lo que significa que alguien te robe tu
dignidad.
Interrumpir a alguien en una
conversación es otro tipo de robo de la dignidad. Sobre todo si la persona que está hablando
necesita que la oigan y comprendan, lo abrupto de una repentina interrupción o
un sarcástico y humillante “¡Ve al grano de una vez!” puede ser muy
hiriente. En algunas familias hay un
miembro que reiteradamente interrumpe a los otros. En algunas parejas, la incapacidad o poca
disposición de una de las dos personas a escuchar con paciencia a la otra puede
ser causa de numerosas peleas o incluso de una ruptura. La frase que se emplea comúnmente para
referirse a esta costumbre de interrumpir a la gente en conversación “robarle
la palabra”. No hay condena a
prisión ni multa monetaria para ello, pero no obstante, desde un punto de vista
espiritual, es un robo.
Otro tipo de
impostura que también es robar tiene lugar con demasiada frecuencia en círculos
académicos, literarios, corporativos y creativos, cuando no se reconoce a los
coautores, asistentes de investigación e importantes fuentes de
información. Inflar credenciales
negándose a reconocer el arduo trabajo y las contribuciones de otros suele
llamarse “robarse el mérito”. Las
personas que monopolizan la gloria o dicen ser los creadores de algo que
originalmente fue idea de otro, son básicamente ladrones.
Muchos eruditos también señalan que maltratar a las personas que trabajan
para uno es como robarles la dignidad.
En su excelente libro sobre cómo tener integridad en la vida laboral,
intitulado Ser socio de Dios: cómo
encontrar el vínculo escondido entre tu espiritualidad y tu trabajo, Jeffrey Salkin indica que aprovecharse de un empleado, retenerle
el sueldo a alguien o no pagarle lo
que se merece por su trabajo, es robar.
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