Lidiar con la culpa
La culpa nos hace
sentir indignos y avergonzados. Ésta,
como todo sentimiento, tiene una utilidad: llevarnos a reconocer que hemos
actuado de forma equivocada y que debemos hacer cambios en nuestras actitudes y
comportamientos. No obstante…, cuando la
gente lleva su culpa por largo tiempo, hará muchas cosas de manera inconsciente
para “pagarla”, como autocastigarse y auto sabotearse. Por lo tanto, una vez que hemos aprendido la
lección que la culpa nos trae, debemos dejarla ir y perdonarnos o perdonar a aquellos
a quienes culpamos por nuestra pérdida.
Veamos algunas formas sanas de trabajar con la culpa:
* Cuando sentimos culpa,
tenemos un diálogo interno de autor reproche, en el que parecemos “disco
rayado”, y a veces nos tortura: “para qué le dije…”, “debí haberle dicho…”, “hubiera hecho esto…”, “no
hubiera hecho lo otro…”,
etcétera. O tal vez el tema de
ese diálogo interno esté relacionado con otra persona a quien culpamos: “doctor
inútil, por su culpa…”; “tonto amigo mío, hubiera…”.
Graba en un casete ese diálogo interno.
Procura que esa grabación dure
mínimo quince minutos. No
importa que repitas y repitas varias veces las mismas expresiones, al fin de
cuentas eso es lo que hace en la mente nuestro diálogo interno: repetir una y otra vez lo mismo.
Luego, durante algunos días, escucha
diariamente esa grabación. Es
mejor si lo haces varias veces al día, hasta que llegue un momento en
que notarás que estás harto de oírla, saturado, e incluso te darás cuenta de
que percibes la situación de manera diferente a como la planteas en la
grabación. Tal vez al escucharla hasta
comiences a pensar: “Ah, no es para
tanto” o “Bueno, no soy un tonto, hice
lo que creí conveniente” y otros pensamientos de ese tipo.
Aun cuando ya te sientas harto y saturado de escucharte reprochándote,
lamentándote o culpando a otros, escucha tu grabación dos o tres días más,
después de lo cual habrá llegado el momento de dejarla ir y, con ella, todos
esos sentimientos de culpa plasmados ahí.
Quizá decidas simplemente tirar el casete o desenredar la cinta
lentamente hasta sacarla toda, o elijas alguna otra forma de dejar ir la
culpa. Lo que sí te recomiendo es que
NO lo hagas con desprecio, sino con respeto, sabiendo que esa culpa te
enseñó algo, pero que decidiste que no la quieres cargar más tiempo contigo y
por lo tanto te liberas de ella.
Eso funciona por varias razones: una es que al “sacar” de ti tu diálogo
interno y escucharlo “desde afuera”
puedes percibir la situación de una forma más objetiva y neutral, lo cual
te ayuda a cambiar tu percepción y, por lo tanto, tus sentimientos al
respecto. Digámoslo metafóricamente: si
ves la situación a través de un lente gris, producirás sentimientos grises, si
cambiar el lente a uno amarillo, producirás sentimientos amarillos.
Otra razón por la que funciona es la saturación. Esta técnica, propuesta por la psicoterapia
sistémica, es llamada “prescripción del síntoma” y consiste en darte permiso de tener el
síntoma en lugar de prohibírtelo. De
manera que en lugar de presionarte a ti mismo a “controlar” ese diálogo interno
y quitar ese sentimiento de culpa, te permites e incluso te incitas a tenerlo,
de forma tal que, sin duda, llegará la saturación y el cambio en la percepción
del suceso.
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