¿Los sordos son mudos?
- Estoy enojado, muy enojado.
Una señora me preguntó: “¿por qué
estás sordomudo?” ¿Qué no vio que
hablo? ¡Yo estoy Sordo y ella me quiere
hacer mudo también! ¿Qué le pasa?
¡Uy! Hubieran visto a
mi amigo, reventaba de furia. El sólo
hecho de que digan “mudos” es una mentada de madre, para él y para la comunidad
sorda, ya sea que hablen o no.
- Cálmate, Guillermo, es falta de cultura, desconocen lo
nuestro.
Mira – le expliqué – te cuento lo que me pasó con un
reconocido maestro, MAESTRO, para que veas, de teatro, que contratamos para una
obra: al escuchar desde mi oficina las
fuertes carcajadas de un grupo de Sordos, alumnos míos, me confesó
asombrado: “Yo creí que los sordomudos
no podían reír”. ¿Cómo ves? Fíjate, algunas personas me han preguntado si
podíamos llorar; incluso la esposa de un
zapatero me preguntó: ¿Las muditas como
“usté” pueden tener hijos? ¿O “usté” no puede? Me quedé con las ganas de
decirle que mi matriz no estaba muda, porque entendí que es por la falta de
información - ¿Cómo ves Memo?, tu sabes que tuve tres hijos.
Incluso, Memo, no sabes la
pena ajena que me dio la primera vez que me presentaron ante un público
atento con estas palabras: “Le damos la
bienvenida a Graciela Rascón, ella es sordomuda pero sí habla, y les brindará
una plática”.
Y lo mismo sucedió en otros eventos, o cuando me han
presentado con alguna persona, entonces me di cuenta de que por muy preparados
que estén los profesionales les falla por el desconocimiento y les aclaro.
-¡¿Pero por qué piensan así?!
- Investiga.
Memo tuvo el apoyo de terapias de lenguaje o de articulación
de voz, y su forma de hablar es muy graciosa, como lo es su persona. Pero tenía razón mi amigo, las personas que
están privadas de la audición pueden tener voz, como la tengo yo, salvo que por
algún accidente se les hayan afectado las cuerdas vocales.
La mayoría de los Sordos se niegan a hablar por temor a las
burlas de los oyentes o por temor a que no se entienda lo que tratan de
comunicar. Cosa que no pasaría si
tuvieran acceso a terapias de articulación; el principal obstáculo es la
precariedad en que muchos viven.
Las terapias, además de ser costosísimas (costo por hora),
exigen dedicar muchos años para aprender a pronunciar palabras. ¿Cuántos años? Desde la niñez hasta la adolescencia, tal vez
poco menos, todo depende de la capacidad de la persona para aprender y, por
supuesto, del terapeuta, que cuente con la especialidad y conocimiento sobre
niños sordos.