Siempre a tu lado
Eras muy pequeño cuando por curiosidad intentabas meter un
clip o pasador a una toma de luz, apenas tocó la punta la entrada y hubo una
pequeña descarga eléctrica que hizo que soltaras el objeto y sintieras la
energía y el calor recorrer tu cuerpo, tu no debes acordarte pero yo sí,
fue una gran lección para que
no lo volvieras a hacer.
Lo que tal vez si recuerdes porque ya tenías como 5 años, es cuando te pusiste una improvisada
capa atada al cuello y sin medir consecuencias te lanzaste del techo de tu casa
hacia un montículo de arena, gritando
“soy Superman.” Yo estuve ahí contigo.
Y que tal cuando enfermaste de una congestión estomacal, o
la vez que tuviste una fiebre tan alta que hubo necesidad de meterte a la
bañera con agua helada; tu gritabas para
que te sacaran de esa tortura. También
estuve al pendiente de ti. En ambas
ocasiones aprendiste que la falta de cuidado
de tu salud, podía poner en riesgo tu vida y cada vez que empezabas a
descuidarte recordabas aquellas dos ocasiones y te cuidabas.
Y luego en la adolescencia que agarraste el auto de papá sin
permiso para ir con los amigos a dar un paseo, y por descuido de una fracción
de segundo perdiste el control
saliéndote del camino y estuviste a punto de golpear unos tanques de gas que
estaban entregando a una de las casas del vecindario. Esa vez estabas pálido al llegar a casa y
tus manos todavía temblaban. Yo estaba
ahí! Ese día en verdad aprendiste a ser
más respetuoso del reglamento de tránsito y visualizaste las terribles consecuencias que pudieras sufrir tú,
tus acompañantes y hasta quienes estén a tu alrededor al no conducir con responsabilidad y cuidado.
¿Recuerdas aquella vez que fuimos a la playa después de haber concluido tus
clases de natación, sintiéndote capaz de enfrentar las olas más grandes? Fue impresionante ver como una ola enorme te
tomó por sorpresa sin darte tiempo a
tomar suficiente aire y con tanta fuerza, que sentiste como tu rostro era
raspado con la arena del fondo y por más que pataleabas no lograbas llegar a la
superficie Para cuando saliste a la
orilla de la playa ya habías tomado mucha agua.
Lo recuerdo bien. Nunca más
volviste a adentrarte tanto al mar, preferías nadar en la seguridad y tranquilidad de albercas y aguas tranquilas.
También te acompañé en esos días de depresión por la pérdida
de tu primogénito casi recién nacido, y
escuché como con tanto dolor y desesperación le pedías a Dios que te llevara a
ti pero que dejara vivir a tu hijo. Te
veías tan deprimido y sin ganas de vivir que esa vez si pensé que acompañarías
a tu bebé en su viaje, pero aunque de una forma muy lenta y dolorosa vi como poco
a poco lograste recuperar las fuerzas, las ganas de vivir y hasta la
alegría.
He estado a tu lado desde antes que nacieras, y he visto
como mueren tus células y se renuevan, caen tus primeros dientes y nacen otros,
se cae tu cabello y vuelve a crecer uno nuevo.
Pero a pesar de todos los años que llevamos juntos y haber sido parte de
esas grandes lecciones de vida, es hora que no me explico porque si a mi lado aprendiste sobre los riesgos, cuidados
y precauciones para VIVR, mi simple nombre te hace estremecer.
De cualquier forma hoy solo quiero decirte que seguiré a tu
lado hasta el último día de tu vida.
Atentamente.
La Muerte.
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