La cultura Mexicana.
Durante el siglo pasado el medio más difundido de la cultura en México han sido sus canciones, seguidas por el cine y la televisión. Las canciones reflejan el sentir del pueblo y éste las adopta de corazón. Uno de los mejores ejemplos es José Alfredo Jiménez, el favorito de los corazones rotos y los confesionarios del macho mexicano; las cantinas.
Lo más admirable de las letras de sus canciones no son éstas en si, sino la pasión con la que el pueblo mexicano las ha hecho suyas. Se han escuchado en todos los rincones del territorio nacional y, con lágrimas en los ojos, miles de borrachos las siguen cantando.
Parece haber entendido la mecánica de las relaciones destructivas. Sus canciones están llenas de autocompasión, sentimientos de infortunio e infelicidad. Así, encontramos la letra del misógino que se sabe poderoso:
Te vas porque yo quiero que te vayas,
a la hora que yo quiera te detengo,
yo sé que mi cariño te hace falta
y quieras o no, yo soy tu dueño.
Las del dependiente emocional que sabe que sufre, pero no tolera la idea de la separación:
La distancia entre los dos
es cada día más grande,
de tu amor y de mi amor
no está quedando nada;
sin embargo el corazón
no quiere resignarse
a escuchar el triste adiós
que sea tu retirada.
La del alcohólico:
Qué voy a hacer
si aunque cambio mi camino
yo ya sé que mi destino
es tomar y padecer.
La del devoto:
Te voy a dedicar una canción
A ver si me devuelves tu cariño;
Ya vengo de rezar una oración
A ver si se compone mi destino.
Y la del masoquista:
Yo sabía que tu amor, a la larga,
Sería mi desgracia:
Yo sabía que tendría que llorar
Y llorar mucho tiempo.
Porque amor que provoca desvelos
Y mata de celos no puede acabar,
Porque amor que se da sin medida
Hasta con la vida se puede pagar.
El cine mexicano ha inundado las pantallas con escenas de madres sacrificadas, como la actuación de Libertad Lamarque en la cinta La Loca, donde su papel de madre sufrida y abnegada arrancó las lágrimas de miles de espectadores, glorificando la humillación. Marga López representó varias veces el papel de la madre abnegada y Sara García se ganó el título de “Abuelita de México”, El tema de la madre racista se ejemplificó en Angelitos negros y la madre asesina en Los motivos de Luz.
La industria de la telenovela ha explotado por años la imagen de la madre buena y santa que sufre en silencio, como en La usurpadora; o la madre valiente que lucha por recuperar a su hijo, sin dejar de lado a la madre villana, como el papel que hizo María Rubio en Cuna de Lobos.
La tradición y la cultura popular forman todo un complejo sistema de estructuras, procesos, relaciones e ideologías que sirven de marco a cada acto de violencia. Una estrategia para erradicar la violencia en el ámbito doméstico tendría que desarrollarse tomando en cuenta y corrigiendo todo el contexto sociocultural. Pero también existe la sabiduría popular y encontramos frases como: “¡Qué poca madre!”. De alguna manera ha sido evidente que la ausencia de los cuidados maternos da como resultado hijos agresivos y cínicos.
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